Todo se
detuvo en un instante.
Las risas,
los abrazos, los besos.
Los paseos
bajo la lluvia.
Los sueños.
Ya no
volvimos a ver el mar
Ni caminamos
de la mano
Por el viejo
puerto.
Todo nuestro
mundo, en un instante,
Se quedó
lejos.
Envuelto por
lo incierto
Encerrado en
su celda
De temores,
sueños rotos y silencios.
Encadenados
a la ausencia.
Añorando el
contacto, la presencia
Los besos y
los abrazos.
Lo
encuentros.
Añorando los
paseos
Por el viejo
puerto.
Cogidos de
la mano.
Libres, despreocupados.
Sin miedo.
Pero eso fue
hace tiempo…
Alguien
gritó: ¡Me niego
A ser
esclavo de mi miedo!
Otro
respondió, desde su encierro:
¡Salgamos a la luz, miremos el cielo!
Y uno más
clamó:
¡No nos dejemos vencer!
¡Cantemos, riamos, soñemos!
¡Celebremos la vida con estruendo!
Y el eco de sus
voces
Llegó a mil rincones
y luego
A diez mil
más y a millones.
Y todas las
voces fueron una
Y todas a
una gritaron ¡Venceremos!
Y desde todas
las esquinas
Del mundo
Resonaron las
canciones y las risas,
Y volvieron
los besos
-de lejos- y
los deseos
Y los
sueños.
Y los
abrazos virtuales
Y los “te
quiero“.
Y el mundo
detenido,
Alejado de
sí mismo
Prisionero de
su miedo
Volvió a la
vida
De nuevo.
Y yo juro
por mi vida
Que todo esto
pasará.
Y que cuando
todo haya pasado
Volveremos a
abrazarnos
Y a besarnos
y a tocarnos.
Volveremos a
sentir el mar
Y cogidos de
la mano
Pasearemos
por el viejo puerto.
Y volveremos
a soñar
Y a reír y a
cantar los versos
Que hoy
escriben mis dedos
Dictados por
mi corazón.
Y volveremos
a sentir la lluvia
Bañando
nuestros cuerpos
De vida y de
deseo.
Y ya no
temeremos al silencio
¡Nunca más!
Ni a la
soledad ni al miedo.
Y te juro
que jamás, jamás
Nuestro amor
volverá
A ser de
lejos.
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