jueves, 23 de junio de 2022

El día que Kipling se quedó a vivir en mi mesilla de noche

 


Si guardas, en tu puesto, la cabeza tranquila
Cuando todo a tu lado es cabeza perdida.
Si tienes en ti mismo una fe que te niegan
y no desprecias nunca las dudas que ellos tengan.
Si esperas, en tu puesto, sin fatiga en la espera;
Sí, engañado, no engañas; si no buscas más odio
que el odio que te tengan.
Si eres bueno y no finges ser mejor de lo que eres;
Si, al hablar, no exageras lo que sabes y quieres…


Estos versos -y los que siguen hasta ese épico final: «Todo lo de esta Tierra será de tu dominio;Y mucho más aún: serás Hombre, hijo mío»- han presidido mi mesilla de noche desde que, a los 16 o 17 años, descubrí el eterno poema de Kipling, bellamente enmarcado, en casa de mi abuelo. Me lo apropié inmediatamente. No solo como posesión, también y sobre todo como guía, como tabla de valores a los que anclar mi forma de ser y de comportarme en esta vida incierta. A esa edad en la que uno está formándose como persona, dudando y renegando de todo y de todos, aquellos inspirados versos del autor inglés, escritos ochenta años atrás, fueron para mí una luz en la nebulosa adolescente y los adopté como una ley de vida. Y aún hoy, sobrepasados los cincuenta y cinco, los releo de vez en vez –siguen sobre mi mesilla- y me reafirmo en sus valores.

Porque el poema de Rudyard Kipling, considerado como la regla de oro del comportamiento británico, la gran evocación del estoicismo victoriano –ya sabes, el dominio de uno mismo frente a la adversidad y las dificultades sin perder la compostura-, para mí llega mucho más allá. Para mí, es el decálogo definitivo de los valores universales, el más valioso legado que un padre puede dejar a su hijo. Toda una  ley de vida.

Porque de lo que nos habla If, de manera tan certera y profunda –y tan fácil de entender- es de valores como la firmeza y el autocontrol frente a las situaciones de crisis, de la confianza en uno mismo a pesar de las dudas y los miedos, de la paciencia como virtud, de soñar alto, pero con los pies en el suelo. Habla de la defensa de la Verdad, con mayúscula, de levantarse cada vez que caes, de resistir ante al infortunio sin desfallecer, con bravura, con honor. Habla de la Honradez y de la Humildad, también con mayúscula, de la empatía y el saber estar, con los de arriba y con los de abajo; de mantener la dignidad intacta ante el éxito y ante el fracaso. Habla de la individualidad, de ser tú mismo, de pensar por ti mismo; de que tú eres tú y eso es siempre lo más importante, más allá de lo que digan, piensen o insinúen los demás; sin olvidar nunca que tus actos son tus actos y sus consecuencias son tu responsabilidad. Para lo bueno y para lo malo. Habla, en fin, del ser humano y de ser humano. Más y mejores humanos, todos.

Y  son estos valores los que he tratado de seguir –con mayor o menor éxito- desde entonces. Desde aquel día que cayó en mis manos este poema inmortal enmarcado en oro. Y en una traducción, la del periodista y escritor Jacinto Miquelena (traductor de Kipling y de Longfellow), que es una poética delicia, elegante y bella, digna del original. Un poema que era prácticamente desconocido en la España de aquellos años hasta que Miquelena, buen conocedor del idioma inglés, la tradujo con gran sabiduría y sensibilidad y llegó a convertirse en un referente pedagógico de obligado estudio.

Como curiosidad, uno de sus versos más célebres, «If you can meet with Triumph and Disaster and treat those two impostors just the same», está escrito en la pared de la entrada de jugadores a la pista central de Wimbledon. De hecho, la obra cumbre de Kipling fue leída por Roger Federer y Rafael Nadal para un vídeo promocional de la final masculina de Wimbledon de 2008.

Así que, gracias, abuelo, por esconder este tesoro de manera que lo encontrara yo, y solo yo, a la edad en que más lo necesitaba.

If (Rudyard Kipling, 1895)

Si guardas, en tu puesto, la cabeza tranquila
Cuando todo a tu lado es cabeza perdida.
Si tienes en ti mismo una fe que te niegan
y no desprecias nunca las dudas que ellos tengan.
Si esperas, en tu puesto, sin fatiga en la espera;
Sí, engañado, no engañas; si no buscas más odio
que el odio que te tengan.
Si eres bueno y no finges ser mejor de lo que eres;
Si, al hablar, no exageras lo que sabes y quieres.

Si sueñas y los sueños no te hacen su esclavo;
si piensas y rechazas lo que piensas en vano.
Si tropiezas al Triunfo, si llega tu Derrota,
y a los dos impostores les tratas de igual forma.
Si logras que se sepa la verdad que has hablado
a pesar del sofisma del Orbe encanallado.
Si vuelves al comienzo de la obra perdida
aunque esta obra sea la de toda tu vida.

Si arriesgas en un golpe y lleno de alegría,
tus ganancias de siempre a la suerte de un día;
y pierdes y te lanzas de nuevo a la pelea
sin decir nada a nadie de lo que es y lo que era.
Si logras que tus nervios y el corazón te asistan,
aun después de su fuga de tu cuerpo en fatiga;
y se agarren contigo cuando no quede nada
Porque tú lo deseas y mandas.

Si hablas con el pueblo y guardas tu virtud.
Si marchas junto a Reyes con tu paso y tu luz.
Si nadie, que te hiera, llega a hacerte la herida.
Si todos te reclaman y ni uno té precisa.
Si llenas el minuto inolvidable y cierto,
de sesenta segundos que te lleven al cielo…
Todo lo de esta Tierra será de tu dominio;
Y mucho más aún: serás Hombre, hijo mío.

 

 


jueves, 2 de junio de 2022

27 razonables razones contra el aborto

 


En esta sociedad tan avanzada, progresista y liberal que nos ha tocado vivir, quien gana la batalla del lenguaje gana la guerra de las ideas. La verdad, la realidad y el sentido común molestan. Solo las palabras importan. Son más fáciles de moldear.

El lenguaje del progreso y la libertad nos dice, nos jura y perjura, que el aborto es una interrupción voluntaria, que es feminista, que es un derecho, que es salud, que es constitucional, que es libre, que es solución, que es progresista, moderno y solidario, que es un logro social, que es inocuo, que es racional, científico y civilizado, que defiende a la mujer, que es un bien en sí mismo y hasta económicamente rentable. Y que los pro-vida son, sin excepción, machistas, retrógrados, fascistas, fundamentalistas, manipuladores y peligrosos.

Pues nada, juguemos con las palabras, pero sustentadas en hechos, en verdades y en el sentido común. Toca argumentar. Y razonar. Y reflexionar. Que es, precisamente, lo que no permiten hacer a las mujeres y adolescentes que tienen intención de acabar con la vida que llevan dentro. A ver si se van a arrepentir y lo que se acaba es el argumento. Y el negocio.

 

1. No es interrupción.

Interrumpir es detener la continuidad de una acción, lo que implica que luego se reanuda. En el aborto, obviamente, no hay reanudación posible. Podríamos hablar de frenar, liquidar, finiquitar, sacrificar, extirpar, truncar, tronchar, erradicar, triturar… pero de interrumpir, ni por asomo. «Tan hipócrita es llamar al aborto interrupción del embarazo, como llamar a la horca interrupción de la respiración». Lo dijo Julián Marías.

 

2. No es voluntaria.

Un 75% de las mujeres que abortan no lo hacen por decisión libre, sino acosadas por grandes dificultades frente a las que no ven otra salida. Sólo es libre quien tiene alternativas para optar. Y muchas mujeres se ven obligadas por presiones insoportables de sus parejas, de sus familias y de su trabajo. Si no se dan opciones, si no se facilitan alternativas, la decisión no es voluntaria, es obligatoria.

 

3. No es feminista.

Las activistas del feminismo extremo afirman que «en el fondo del debate sobre el aborto late el miedo milenario a que las mujeres controlen sus cuerpos y su sexualidad sin permiso de los hombres». Ésta es una de las falacias más tópicas y recurrentes. Para Conrado Giménez, presidente de Fundación Madrina, «El problema es el acoso que sufre la mujer por el hecho de ser madre, el mobbing maternal, en tres entornos: personal-familiar, social y laboral. El 68% de las mujeres que atendemos sufren violencia de género». Además, 9 de cada 10 embarazadas sufren acoso en el trabajo y el 25% son despedidas.

 

4. No es un derecho.

Toda mujer tiene derecho a recibir una educación sexual adecuada, información sobre las alternativas, asistencia psicológica y sanitaria, incluso a recibir ayuda económica. Pero ninguna tiene derecho a matar una vida. Aunque viva dentro de su cuerpo. Es esa vida la que tiene derecho a ser protegida.

 

5. No es socialista.

Más bien lo contrario, es absolutamente capitalista. Las clínicas abortistas son un negocio millonario amparado por el Estado y los Gobiernos Autonómicos. En muchos casos su único fin es el lucro, que por 3.200 € son capaces de abortar a un no nacido sano de 26 semanas. Como dice el doctor Jesús Poveda «El camino hacia un abortorio es más conocido y más facilitado que el camino hacia los ginecólogos que defienden y respetan la vida». Por algo será.

 

6. No es salud.

Ni sexual ni reproductiva, ni física ni psicológica, ni operatoria ni postoperatoria. Los centros de aborto no informan a la mujer sobre los detalles de este tipo de intervención, las consecuencias físicas y psicológicas que tiene. Secuelas y efectos que van desde su muerte, perforaciones uterinas, pérdidas y prematuridad del siguiente hijo, alteraciones del deseo sexual, esterilidad y graves alteraciones psiquiátricas. El síndrome pos-aborto es una traumática y dolorosa realidad que siempre se ha tratado de ocultar.

 

7. No es constitucional.

«La vida del nasciturus, en cuanto éste encarna un valor fundamental —la vida humana— garantizada en el artículo 15 de la Constitución, constituye un bien jurídico cuya protección encuentra en dicho precepto fundamento constitucional» (sentencia 53/1985 del Tribunal Constitucional). Aunque el actual Tribunal Constitucional (de mayoría progresista) avale hoy el aborto, el valor fundamental sigue estando ahí.

 

8. No es política social.

El objetivo de las políticas sociales es amparar y proteger a los más desvaforecidos, con especial dedicación a los eslabones más débiles de la sociedad, esto es, los pobres, los inmigrantes, los desempleados, los minusválidos, los niños… y digo yo que también las mujeres embarazadas sin recursos y los niños no nacidos. Pero no. Los programas sociales del Estado destinados a mujeres embarazadas sin recursos que quieran tener a su hijo son directamente CERO.

 

9. No es solidaria.

Si tomamos la solidadridad como sinónimo de apoyo, respaldo, ayuda o defensa, el aborto en sí mismo es justo lo contrario. Porque ni apoya a la mujer embarazada, ni respalda su situación, ni la ayuda a superarla ni, desde luego, defiende la vida que lleva dentro. Frente a los valores de entrega, caridad y amor a la vida de otro que promueven las organizaciones Provida, los partidarios del aborto transmiten conceptos puramente egoístas: mi cuerpo, mi derecho, mi bienestar, mi comodidad, mi vida… yo, mi, me, conmigo.

 

10. No es talante.

La nueva ley del aborto enfrenta a la sociedad. Premeditadamente además. Ha nacido con la intencionalidad clara de separar aún más la supuesta línea entre izquierda y derecha, entre presuntos progresistas y presuntos machistas.


11. No es un logro de la sociedad.

Todos los expertos coinciden: el aborto es un fracaso de la sociedad. «Falta una auténtica red social para evitar que una mujer, ante un embarazo no deseado, recurra al aborto», denuncia Esperanza Puente, portavoz de RedMadre. Existe una reveladora carencia de recursos e interés, por parte del Estado, tanto en el ámbito asistencial como en el ámbito de la formación y la información. Algo que, según Jesús Poveda, evitaría 3 de cada 4 abortos. Eso sí que sería un logro de la sociedad.

 

12. No defiende a la mujer.

«La mujer no demanda el aborto, sino que se le ayude a seguir adelante con el embarazo». Lo dice Conrado Giménez, y él lo sabe bien: en sus más de 20 años Fundación Madrina ha atendido a cientos de miles de mujeres. Defender a la mujer es informar de las opciones y ofrecer los apoyos necesarios para que puedan, si quieren, tener a su hijo y atenderlo. Y eso no lo hacen ni las asociaciones proabortistas ni, desde luego, el Estado.

 

13. No es progresista.

No dejar nacer a un ser humano es matar todo su futuro. No dejar nacer cientos de miles de seres humanos es matar el futuro de una sociedad. Y, de paso, envejecer considerablemente la población. ¿Es eso progreso? ¿Ésta es la evolución que queremos? El siguiente avance, en nombre de ese progreso, será quitarse de en medio a los improductivos ancianos. Y después a los enfermos, terminales o no. ¿Cuál será el próximo paso?

 

14. No es moderno.

Ganarse los votos de los jóvenes anulando cualquier regla moral es una irresponsabilidad. Pero si además incitamos a las adolescentes a realizar un acto de gran trascendencia disfrazado de bagatela, sin contar con ayuda ni información ni formación, ni siquiera el consejo de sus padres, eso no es ser moderno, no es ser guay, es ser miserable. La nueva ley convertirá el aborto en un medio de planificación familiar, en un método anticonceptivo que no va a hacer más felices a las adolescentes; sólo las hará más inconscientes y, a la larga, más desgraciadas.

 

15. No es inocuo.

Un aborto no es una irrelevante operación de apendicitis o de amígdalas. Es la muerte y extracción de un ser vivo singular, independiente de la madre que lo cobija. Y es, en muchos casos, una experiencia traumática que puede provocar, además de las físicas, secuelas psicológicas severas cuando la mujer (o la adolescente) que ha abortado es consciente de que lo que le han extirpado es a su propio hijo. Los testimonios de mujeres arrepentidas son desgarradores.

 

16. No es libertad.

Hoy, abolida la esclavitud, nadie es dueño de nadie; nadie es propiedad de nadie. Ni siquiera un hijo. La madre no concibe a su hijo como una propiedad suya; es más, tiene la obligación moral (y natural) de protegerlo hasta que se pueda valer por sí mismo, dentro y fuera de su cuerpo. Hasta que ese hijo pueda también ejercer su propia libertad.

 

17. No es “europeo”.

Continuamente se nos planta en la cara el ejemplo de países europeos “legislativamente más avanzados”. Lo que nos ocultan es que esos países están reduciendo notablemente el número de abortos precisamente porque ahora están legislando a favor de la prevención, la información y la asistencia. Países como EE.UU. o Alemania, que han fomentado políticas de apoyo a la mujer embarazada, o como Bélgica y Holanda, que tienen el porcentaje de abortos más bajo del continente pese a sus leyes más permisivas.

 

18. No es ciencia.

Frente a las simplezas demagógicas que argumentan los abortistas, la Declaración de Madrid fue una de las iniciativas más importantes y tajantes de los últimos años en la lucha por la vida. Más de 2.000 profesores de universidad, Académicos, médicos e intelectuales se unieron para declarar que «existe sobrada evidencia científica de que la vida empieza en el momento de la fecundación»; «el cigoto es la primera realidad corporal del ser humano (…) y su ADN es resultado de la adición de los genes paternos y maternos en una combinación nueva y singular».

 

19. No es racional.

Para la Comisión de expertos de la ministra Aído, precursora de la ley en el gobierno de Zapatero, el feto no es viable a antes de la semana 22, y por tanto no es ser humano y por tanto es eliminable sin problemas. Pero a partir de ese tan preciso momento, por arte de magia, el feto ya sí es viable y por tanto se convierte en ser humano y por tanto ya no es eliminable. En teoría, claro, porque los centros abortistas reclaman un par de semanas más de feto no viable y por tanto eliminable y por tanto contabilizable. Todo muy racional y científico.

 

20. No es una mejora.

En contra de la opinión de médicos, psicólogos, organizaciones especializadas, fundaciones y demás expertos, para feministas y progresistas el gran logro de la ley de plazos será «despojar de trabas» y hacer «menos traumático el aborto», que además era una demanda social que millones de mujeres estaban pidiendo a gritos. Pero lo que supone realmente la Ley de Plazos es que el aborto podrá ejercerse al antojo de cualquier mujer y adolescente (sin consulta paterna) que lo solicite. En los países donde se ha establecido esta ley el resultado es unánime: más banalización, más embarazos, más abortos, más indefensión, más adolescentes y más veces. Y eso, sencillamente, no es una mejora.

 

21. No es un bien.

Nadie aborta por gusto o por placer. Los pro-abortistas saben que el aborto no es algo deseable en sí mismo, aunque se cuiden mucho de divulgar tan poco feminista idea. Destruir una vida nunca puede ser un bien. Engendrarla sí, por principio. Decía el personaje de Clint Eastwood en Sin Perdón, William Munny: «Es despreciable matar a un hombre, porque le quitas todo lo que fue y todo lo que pudo ser». Imagina todo el futuro que le quitas a un bebé.

 

22. No respeta los derechos humanos.

Lo dice la Declaración Universal de los Derechos Humanos: «Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos» (Art. 1). «Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona» (Art. 3).

El simple hecho de condenar a muerte a un feto sólo por presentar malformaciones, sin ninguna otra consideración, es una violación en toda regla de estos artículos. Y es reconocer sin ambages que una persona con síndrome de Down, por ejemplo, no tiene la misma dignidad intrínseca ni los mismos derechos que una persona “sana”, tanto como para no permitir ni que nazca.

 

23. No es económicamente rentable.

El aborto es indudablemente un negocio no ya rentable, sino millonario. Pero sólo para los centros abortistas, claro. Para el resto de la sociedad es una gigantesca pérdida económica. Conrado Giménez ha evaluado en el 5% del PIB la pérdida de riqueza que supone el aborto en nuestro país en concepto de «pobreza y desierto demográfico» y por «la marginación y falta de conciliación que sufre la mujer madre en el mundo del trabajo» (un 25% de las mujeres embarazadas son despedidas).

Y por cierto, ¿cuánto nos cuesta cada adopción realizada en países extranjeros?

 

24. No es solución.

La única solución es que el aborto sea la última solución posible. El aborto es casi siempre un problema profundo. Para la madre, para su entorno familiar y laboral, para la sociedad…

La única solución es evitarlo en lo posible. Pero ¿cómo? Tal vez encontremos la clave en lo que afirma el doctor Poveda: «El éxito de salvar una vida pasa porque la madre vaya al ginecólogo y vea la ecografía de su hijo; y luego, que desde las asociaciones provida seamos capaces de solucionar esas cuestiones que llevan a la mujer a recurrir al aborto».

 

25. Los provida no son de derechas.

La bipolaridad izquierda-derecha asociada a defensa-rechazo del aborto es absolutamente infundada. Hay miles de votantes del PSOE que consideran esta nueva ley una locura sangrienta e innecesaria. «No hay en nuestros días una afirmación más reaccionaria que la del derecho de una persona sobre la vida del hijo no nacido. Es el derecho de propiedad más absoluto concebible, más allá del derecho del amo sobre el esclavo. Y es una vergüenza para la izquierda que levante la bandera de ese pretendido derecho». Lo dicen los Socialistas Cristianos.

Igualmente hay muchos políticos y votantes de la derecha que, ante el drama del aborto, simplemente no saben, no contestan. O incluso lo apoyan.

 

26. No son la Iglesia Católica.

Es también muy recurrente y maniqueo asociar a la Iglesia Católica con los ataques al proabortismo (más que con la defensa de la vida). Pero no cuela. Iglesias de TODAS las confesiones se oponen al aborto. Pero además existen muchos ateos y agnósticos que defienden la vida humana como principio.

Por otro lado, la mayoría de las Organizaciones y Fundaciones Provida son aconfesionales, y su única religión es la defensa de la vida del no-nacido y el apoyo sin condiciones a la mujer, cualesquiera que sean sus creencias y sus circunstancias.

 

28. No son fundamentalistas.

Ni la Iglesia ni los movimientos provida pretenden que se encierre en la cárcel a la mujer que aborta; es más, son los únicos que se ponen siempre del lado de la mujer, al contrario que organizaciones pretendidamente feministas, que lo único que persiguen es que la mujer aborte, sí o sí, independientemente de sus circunstancias. Los provida rechazan el aborto, pero no a la mujer que aborta, de modo muy especial si se ve obligada a realizarlo por no contar con ningún otro tipo de ayuda ni alternativa. Por eso centran todo su esfuerzo en reducir el número de abortos indeseados, que son la inmensa mayoría. Y lo hacen con respeto, entrega, generosidad y gran sacrificio personal.

 

Conclusión

Probablemente no podamos hacer ni deshacer la nueva Ley del Aborto, que saldrá tal y como quiere el Gobierno socialista, amparado por los votos progresistas del Tribunal Constitucional, o sea, tal y como aconsejan sus expertos y tal y como desean los centros abortistas. Pero las consejerías de salud de cada Comunidad Autónoma sí pueden reglamentar la aplicación de esa Ley; es decir, pueden poner condiciones legales al nuevo "derecho", como favorecer la vida, reconocer la objeción de conciencia, desarrollar una normativa estricta, controlar los centros abortistas y castigarlos con sanciones ejemplares en caso de incumplimiento; pueden implantar políticas de prevención y de información, planes de apoyo a la maternidad, periodo de reflexión, mesas de conciliación, pedagogía pública contra el aborto, políticas de adopción

 

¿Y qué podemos hacer los ciudadanos de a pie? Pues tener las ideas claras, para empezar. Y apoyar cualquier iniciativa que respete la vida, con nuestras simpatías, con nuestra presencia, con nuestra involucración, con nuestra difusión… y con ayudas económicas que el gobierno no va a proporcionar. También es nuestra responsabilidad moral, y debe ser nuestra batalla. Ortega y Gasset decía que «el mayor crimen está ahora, no en los que matan, sino en los que no matan pero dejan matar». Ignoro si los y las activistas defensores del aborto conocen esta sentencia; tampoco sé si la entenderían. Nosotros sí. Apliquémonosla.


Termino con una cita del poeta y filósofo bengalí Rabindranath Tagore, Nobel de literatura en 1913, que no era precisamente católico ni de derechas ni machista confeso ni sospechoso de fundamentalismo ninguno:

«La vida nos la dan y la merecemos dándola».


© Pepe Álvarez de las Asturias – 2023

Por qué los Stones siguen siendo los más grandes "Sixty" años después

 


Lo que ayer vivimos en el Wanda Metropolitano no fue un milagro, como señalan algunos, ni un canto del cisne moribundo, como desearían los más agoreros. Ni siquiera fue una sorpresa, al menos para la mayoría. Fue la constatación –otra más- de algo que ya sabíamos: que los Rolling  Stones son la banda de rock más grande de todos los tiempos. No solo por su longevidad, que también, sino porque sesenta años después de su nacimiento siguen tan frescos, tan potentes, tan intensos, tan divertidos como hace seis décadas, como hace tres o como hace una. Anoche lo pudimos vivir y sentir en el Wanda más de 50.000 afortunadas almas totalmente entregadas a la causa.

Vimos y sentimos la fuerza incendiaria de unos septuagenarios (Mick, 79; Keith, 78; Ronnie, 75 cumplidos ayer mismo; Charlie habría celebrado 81 en agosto) que siguen tocando, vibrando y brincando como unos treintañeros. Sonando de manera pletórica, inmensa, como solo ellos saben y pueden hacerlo. Puro rock ‘n roll, puro rythm & blues, pura magia. Los que allí estuvimos anoche lo vivimos en directo. Y sabemos perfectamente lo que vivimos. Que nadie trate de explicarnos qué, cómo o por qué. No hay explicación. Salvo que son los más grandes en lo suyo. Como Nadal. Como el Madrid. It’s only rock ando roll, but I like it.

Ayer, 1 de junio de 2022, The Rolling Stones nos regalaron un concierto de más de dos horas repletas de minutos gloriosos. Aparte del momentazo “happy birthday” dedicado a Ronnie Wood, los 12 minutos de Midnight Rambler, el careo Jagger-corista de Gimme Shelter, o el final apoteósico encadenando Start Me Up, Paint It Black, Sympathy For The Devil, Jumpin’ Jack Flash y Satisfaction, yo me quedo con ese Out Of Time, un tema mítico de 1966 que tocaron ayer, en Madrid, por primera vez en concierto. El mensaje queda claro: después de 60 años en la carretera, no estamos fuera de tiempo ni fuera de ritmo ni fuera de onda. Somos los Stones. Y seguimos siendo los putos amos.

 


Y ya que estamos, porque me cuesta parar aquí (estoy escuchando Sticky Fingers mientras escribo), voy a atreverme a resumir en diez puntos las claves de esta afirmación tan contundente.

1. Por empezar por lo más vistoso. Mick Jagger sigue siendo tan sexy, irreverente, provocador, carismático y energético como siempre. Un influencer en toda regla. Por eso le seguimos amando con pasión.

2. La banda ha sabido gestionar los egos con inteligencia y equilibrio desde sus inicios. Algo nada fácil en este mundo del show business (que pregunten a los Beatles y a tantos otros).

3. Los líderes de esta empresa llamada The Rolling Stones han sabido también arroparse siempre por un equipo solvente, perfecto, extraordinario. Captación y retención de talento realizado con sabiduría y acierto. Ayer, especial mención a Darryl Jones (bajo), Chuck Leavell (piano) y Steve Jordan (batería, 65 años) que, simplemente, se salieron.

4. La banda ha sabido mantener intacto el poder de su marca durante 60 años. The Rolling Stones TM conserva toda su fuerza, su reputación y su autoridad frente a todas las marcas de la competencia. Y seguirá incluso cuando ellos ya no estén sobre el escenario.

5. Es una marca -y un producto- que trasciende las generaciones. Una historia que empieza en abril de 1962 y que hoy, junio de 2022, sigue movilizando a millones de personas y llenando estadios por todo el mundo. Se han mantenido actuales conservando sus raíces, sacando material nuevo regularmente y llegando con fuerza a nuevos públicos. Mucho trabajo detrás.



6. Siguen dando espectáculo, que es lo que su público demanda. Entregándose en los directos con eléctrica intensidad y sin limitarse a vivir del legado. Inconformistas, perfeccionistas, generosos (el concierto de anoche duró cerca de 2 horas y media) y honestos como pocos, de ayer o de hoy.

7. Tienen una complicidad con su público muy especial, muy verdadera y palpable. Conexión total. Saben cómo hacerlo y los fans responden con entusiasmo y gratitud. Mick habla con el público, introduce cada canción, les hace partícipes; Keith agradece emocionado el cariño demostrado en sus dos temas en solitario; Ronnie está feliz como un niño con el Happy Birthday coreado por 50.000 gargantas más o menos afinadas…

8. Orgullo de pertenencia: jamás he visto en un concierto tal cantidad de camisetas de los protagonistas. Camisetas viejas, ajadas, descoloridas, de otras giras, de otras décadas, recién compradas… Todos querían reivindicar con orgullo su fervor por los Stones.

9. Mantener viva la pasión durante 60 años está al alcance de muy pocos, en cualquier profesión. Pero ellos siguen disfrutando de su trabajo, de su compromiso con la marca y con el público, con el mismo entusiasmo, con la misma profesionalidad, con la misma pasión que hace seis décadas. Ayer lo volvieron a demostrar con una clase magistral de lo que es amar lo que haces.

10. Esta te la dejo a ti: ¿cuál crees que es el secreto de los Rolling Stones para mantener viva la llama después de 60 años? Y a una edad en la que la mayoría llevaríamos jubilados 10 o 15 años. Cuéntamelo en los comentarios. Gracias J

 


PD. El concierto en el Wanda fue perfecto. Solo un pequeño pero: eché mucho de menos algunos de mis clásicos, como Dead Flowers, Angie, Ruby Tuesday o Sweet Virginia. Pero, claro, you can’t always get what you want