viernes, 21 de junio de 2019

Mi Dylan favorito: Desire y The Rolling Thunder Revue

Recién estrenado el documental de Martin Scorsese sobre el Rolling Thunder Revue de Bob Dylan, no cabe mejor excusa para recordar y repasar el álbum que dio pie a esa magna gira a mediados de los 70: Desire



Fue tal vez el último gran disco de estudio del Maestro. El culmen de una etapa intensa y prolífica, la de finales de los 60 y los primeros años 70, que demostró al mundo quién era -¿y es?- el más grande contador de historias de este circo llamado rock. Y precisamente de grandes historias muy bien contadas está lleno Desire, quizá más que ningún otro de sus álbumes. Canciones eminentemente narrativas, extensas, bellas y con letras muy cuidadas, escritas en colaboración con el letrista, psicólogo y director teatral Jaques Levy, quien ya había trabajado con Roger McGuinn y sus Byrds. Pero ya entraremos en esto luego.

Dylan venía de grabar Blood On The Tracks (1975), disco centrado en sus problemas conyugales con Sara Lownds, y que contiene algunas de sus canciones más emblemáticas, como Tangle Up In Blue, Idiot Wind, Shelter From The Storm, Simple Twist Of Fate. En cierto modo, Desire también está salpicado por su turbulento matrimonio (el tema Sara es uno de los epicentros del disco), aunque sus preocupaciones iban más allá: la obsesión de crear su propia banda (echaba de menos los tiempos de complicidad con The Hawks/The Band); también quería experimentar un sonido diferente; y buscaba nuevas fórmulas para contar historias y nuevas historias que contar. 

El caos y la magia

En realidad, todo empezó con un tremendo caos y algunas casualidades. Una de ellas fue su encuentro fortuito con la violinista Scarlet Rivera, que simplemente pasaba por ahí (una calle de Greenwich Village) en el momento justo. Dylan se enamoró de ese sonido desde la primera canción que ensayaron improvisadamente, guitarra y violín, e invitó a Rivera a unirse a su siguiente disco. Las primeras sesiones de grabación, en julio de 1975, fueron bastante caóticas. Dylan reunió a más de 20 músicos en el estudio, bastante apiñados, desconcertados y frustrados. Entre ellos, Dave Mason, Eric Clapton, Scarlet Rivera, Emmilou Harris, Rob Stoner, el grupo Kokomo… En vista de los resultados, en las siguientes sesiones se fue reduciendo el número de músicos hasta quedar Stoner (al bajo), Harris, Rivera y el batería Howie Wyeth. Y entonces el caos se transformó en magia, y en apenas un par de sesiones más, Dylan y su nueva banda grabaron la totalidad de los temas de Desire, descartes incluidos. El disco se publicó finalmente en enero de 1976.


La gira Rolling Thunder Revue

No se entiende Desire sin la gran(diosa) gira pre y post lanzamiento del disco, en otoño de 1975 y en primavera del año siguiente. Dylan y su caravana de músicos ofrecieron un total de 57 conciertos en grandes escenarios de Estados Unidos y Canadá, interpretando canciones del nuevo disco y reinterpretando algunos viejos temas. Aquel bufón apoltronado y «fuera del reparto» que retrató Don McClean en American Pie («With the Jester at the sidelines in a cast») volvió a la carretera por todo lo alto. Abarrotando estadios en compañía de un reparto de lujo, al que se fueron uniendo estrellas del calibre de Joan Baez, Roger McGuinn, Joni Mitchell, T-Bone Burnett, Ramblin’ Jack Flash, Mick Ronson (una de las arañas marcianas de Bowie y luego compañero inseparable de Ian Hunter) o el poeta ‘beat’ Allen Ginsberg. Dio tiempo hasta para organizar un concierto benéfico –reivindicativo, combativo- en el Madison Square Garden en homenaje al boxeador encarcelado Rubin Hurricane Carter, tema central de Desire.


Un puñado de historias memorables

Las letras profundas, intimistas y literarias de Dylan y Levy, tan bien acompañadas por el violín evocador de Scarlet Rivera, la impresionante base rítmica de Wyeth y Stoner, las voces de Emmilou Harris y Ronee Blakley, y hasta la guitarra de Eric Clapton, conformaron un puñado de historias nacidas para ser eternas. Lo cierto es que las puedes escuchar ahora, cuatro décadas después, y te siguen emocionando casi como la primera vez.


Hurricane abre el disco narrando la dramática historia del boxeador Rubin Carter, que pudo haber sido campeón del mundo pero fue acusado de triple asesinato y encarcelado durante 20 años. Dylan, muy comprometido con la lucha por los derechos civiles, y convencido de la inocencia del boxeador, se inspiró en la autobiografía de Carter para escribir Hurricane. Es sin duda uno de sus mayores éxitos y uno de sus temas más emblemáticos. 

Isis tiene algo de magia, de misterio y de mitología, y está llena de referencias simbólicas. Una historia de amor e infidelidad –narrada como una Odisea- entre un hombre y una enigmática mujer, Isis, en la que muchos quieren ver un reflejo del propio matrimonio y separación de Dylan y Sara.   

One More Cup Of Coffee es un maravilloso dueto entre Dylan y Harris que nos relata el cuento de una chica gitana y vagabunda de la que se enamora un hombre cuyo amor no es correspondido. Oh, Sister, también con la elegante voz de Emmilou Harris, nos habla de la fragilidad del amor.

Joey, además de la canción más larga del álbum, es la más polémica. Una balada que describe, con una visión un tanto romántica, la vida del gánster Joey Gallo, «el Rey de la calle». Para Dylan es un héroe que nunca asesinó a inocentes, apoyó la causa de los negros e incluso protegió a su familia heroicamente durante un tiroteo. Un personaje a la altura de los mitos de Robin Hood o Jesse James.

Esta visión romántica del forajido se repite en Romance in Durango, aquí ambientada en México y con historia de amor y huida incluida (más la guitarra de Clapton). Casi como una película de Sam Peckinpah. Y, hablando de amor, Desire se cierra con Sara, su canción más íntima y desnuda. Dedicada a su mujer, es un hermoso recuerdo de los felices tiempos en familia, y también un vano intento de reflotar su tambaleante matrimonio (que finalmente  acabó en divorcio un par de años después).

El álbum lo completan Black Diamond Bay, que describe la destrucción de una isla por efecto de un volcán, aunque es sobre todo una crítica a la indiferencia de la televisión a la hora de tratar la tragedia; y Mozambique, un juego de rimas en la que brilla especialmente el violín de Scarlet Rivera.



Hubo también descartes en Desire, que fueron publicados años más tarde en diferentes volúmenes de las Bootleg Series. Rita Mae, Catfish, Golden Loom y, por encima de todas, Abandoned Love, publicada en su recopilatorio Biograh (1985). Una hermosa composición que retoma sus problemas matrimoniales desde el punto de vista de un Dylan desolado y solitario. Cuenta con grandes versiones de los Everly Brothers (1985), el mismísimo George Harrison (1995) y el folker irlandés Sean Keane (quien, por cierto, visitó España hace unos meses). 


miércoles, 12 de junio de 2019

Mar afuera. Tengo alas que no puedes ver


Mi prólogo para el libro Mar afuera. Un viaje lleno de vidade Marimar García Garrido. 


Yo sé que a Marimar le gustan mucho las citas inspiradoras (y las de quedar, pero esa es otra cuestión). Sé también que le gusta mucho El Principito (de hecho, creo que está enamorada en secreto de ese pequeño idealista). Así que, aprovechando que el libro que tienes en tus manos abre cada capítulo con un par de citas inspiradoras, viene muy a cuento empezar este prólogo con un par de citas del inmortal personaje de Saint-Exupéry. Dos pensamientos que parecen escritos expresamente para Marimar. Uno es: «A veces no sabes lo que puedes hacer hasta que lo intentas como si supieras que lo vas a hacer»; y el otro, «El hombre se descubre cuando se mide con un obstáculo». Y podría añadir un tercero, «Sólo se ve bien con el corazón; lo esencial es invisible a los ojos».

Quien tenga la suerte de conocer a Marimar sabe perfectamente que se ha dedicado toda la vida a hacer cosas que no podía hacer, a vencer (fulminar) todo tipo de obstáculos y a mirar con el corazón más que con los ojos (que es también como debemos mirarla nosotros). Los que no tengan la suerte de haberla conocido descubrirán en este libro a una verdadera fuerza de la naturaleza, a una mujer incombustible e inquebrantable, a una soñadora capaz de hacer realidad la mayoría de sus sueños, a un alma generosa y entregada («darte a los demás te ayuda a dar sentido a tu vida»), a un ser que lleva el optimismo de serie, no importa cuánto o cómo la castigue su enfermedad; o la vida. Lo que vas a leer aquí es una historia, la de Marimar, que es una fuente de inspiración tan potente como El Principito. La diferencia es que nuestra protagonista es real.



«No me veo como una superwoman ni como una heroína. Tan solo soy una chica que vive unas circunstancias distintas» nos soltó en aquel congreso de Lo Que De Verdad Importa, cuando fue ponente de lujo hace unos años. Esas “circunstancias distintas” son que tiene el noventa por ciento de su cuerpo paralizado, únicamente puede mover los músculos del cuello y de la cara. Lo cual no le impide vivir y disfrutar la vida plenamente; ni mucho menos le impide ser feliz. Porque, para empezar, la cabeza la tiene muy bien armada Marimar, desbordante de actitud e inteligencia (¡es lista y rápida, la tía!); es culta e inquieta también, muy lectora y viajera; y posee un envidiable sentido común.

Pero lo que de verdad define y distingue a Marimar son dos cualidades que están más allá de la cabeza; bastante más allá. La primera, su extraordinario vitalismo. Ama la vida de una manera tan intensa, tan insaciable, con una fuerza tal que es casi un superpoder (aunque ella lo niegue); irradia unas ganas de vivir y de disfrutar cada momento, cada minuto, de las que es muy difícil no contagiarse por mero contacto. Un contagio muy beneficioso, por cierto.


La segunda cualidad typical Marimar es su sentido del humor, su inagotable capacidad de reírse –o carcajearse- de todo, con todos. Algo que es muy de agradecer para los que no tenemos el don de saber contar buenos chistes. Porque Marimar es de risa fácil. Se ríe con cualquier guiño, con cualquier tontería, con cualquier gracieta que pase por ahí. A veces con tal entusiasmo que, si no la conoces bien, piensas que se está ahogando. Literalmente. Puede parecer exagerado, pero lo cierto es que está todo el día deseando que la hagas reír. Y si echas un vistazo al álbum de su vida, te das cuenta de que en la mayoría de las fotos está riéndose, cuando no partiéndose de risa. Incluidos momentos muy duros. Marimar conoce perfectamente el poder sanador de la risa.

Ambas cualidades son un ejemplo mayúsculo para todos los que caminamos (sí, caminamos) por la vida arrastrando los pies, con la queja siempre acoplada sobre los hombros. Un peso ab-so-lu-ta-men-te insoportable que formamos acumulando nuestras pequeñas frustraciones, nuestros exagerados miedos y una rica variedad de problemas minúsculos que ––nos decimos con convicción- nos impiden volar. Marimar nos demuestra que ese peso ab-so-lu-ta-men-te insoportable es en realidad ab-so-lu-ta-men-te nada. Excusas. Miedo. Lo decía Jaume Sanllorente, fundador de Sonrisas de Bombay y muy querido amigo de Marimar: «el miedo te paraliza; es una cárcel que no te deja volar hacia tus sueños, pero cada uno de nosotros tiene la llave». Marimar, desde luego, tiene la suya bien a mano. Lo lleva demostrando desde los seis años, cuando comenzó su enfermedad. Nunca, nunca se ha dejado atrapar en esa cárcel de miedos; jamás ha dejado de volar hacia la vida, hacia sus sueños. Como canta Jimmy Buffett en aquella vieja canción, Wings (que también parece escrita para Marimar), «Tengo alas que no puedes ver / Tengo ruedas en mis pies /  Allí arriba me siento libre / En esas alas que no puedes ver».



Quizá quien no conozca a Marimar y no consiga ver esas alas no acabe de creerse del todo cuán alto es capaz de volar. Y es que esa silla de ruedas motorizada no pesa tanto cuando tienes unas alas como las suyas, que se alimentan de fuerzas muy poderosas: su fe, sus padres (Loli y Toni, dos fenómenos), sus hermanos, sus amigos, su viaje anual a Lourdes, su optimismo a prueba de frustraciones, su risa, su tenacidad, el cariño que recibe a espuertas allá por donde va; y esa frase que alguien le enseñó cuando era pequeña y que lleva grabada a fuego desde entonces: «No pienses en lo perdido, piensa en lo que te queda por hacer». Y así lleva toda su vida, volando con esas alas de libertad y tachando “cosas por hacer” de su interminable lista. La última, por el momento, escribir un libro. La siguiente, volar en globo.

«Creo que seguir adelante no es una opción, es algo obligatorio», nos recalca Marimar. Esta es la gran lección que descubrirás en las páginas de “Mar Afuera”. Un libro que, como diría Jorge Font (otro crack de la vida y gran admirador de Marimar), si no lo lees no te pasará nada; pero si lo lees, te pasa algo seguro.


Y por terminar con otra de esas citas inspiradoras que tanto le gustan a Marimar: «Aprovecha el día.  No dejes que termine sin haber crecido un poco, sin haber sido un poco más feliz, sin haber alimentado tus sueños». Nos lo recuerda Walt Whitman a ti y a mí. A Marimar, te lo puedo asegurar, no le hace ninguna falta. 


Un libro, en fin, para regalar y para regalarseEscrito a lo largo de estos años con mucho esfuerzo, cariño e ilusión por parte de Marimar (y con la inestimable ayuda y buen hacer de Mamen Sánchez). Inspirador como pocos. Sorprendente y entretenido, muy entretenido. Que está destinado a hacer mucho, mucho bien. Ese es su único objetivo. Casi nada...