Recién estrenado el documental de Martin Scorsese sobre el Rolling Thunder Revue de Bob Dylan, no cabe mejor excusa para recordar y repasar el álbum que dio pie a esa magna gira a mediados de los 70: Desire.
Fue tal vez el último gran disco de estudio del Maestro. El culmen de una etapa intensa y prolífica, la de finales de los 60 y los primeros años 70, que demostró al mundo quién era -¿y es?- el más grande contador de historias de este circo llamado rock. Y precisamente de grandes historias muy bien contadas está lleno Desire, quizá más que ningún otro de sus álbumes. Canciones eminentemente narrativas, extensas, bellas y con letras muy cuidadas, escritas en colaboración con el letrista, psicólogo y director teatral Jaques Levy, quien ya había trabajado con Roger McGuinn y sus Byrds. Pero ya entraremos en esto luego.
Dylan venía de grabar Blood On The Tracks (1975), disco centrado en sus problemas conyugales con Sara Lownds, y que contiene algunas de sus canciones más emblemáticas, como Tangle Up In Blue, Idiot Wind, Shelter From The Storm, Simple Twist Of Fate. En cierto modo, Desire también está salpicado por su turbulento matrimonio (el tema Sara es uno de los epicentros del disco), aunque sus preocupaciones iban más allá: la obsesión de crear su propia banda (echaba de menos los tiempos de complicidad con The Hawks/The Band); también quería experimentar un sonido diferente; y buscaba nuevas fórmulas para contar historias y nuevas historias que contar.
El caos y la magia
En realidad, todo empezó con un tremendo caos y algunas casualidades. Una de ellas fue su encuentro fortuito con la violinista Scarlet Rivera, que simplemente pasaba por ahí (una calle de Greenwich Village) en el momento justo. Dylan se enamoró de ese sonido desde la primera canción que ensayaron improvisadamente, guitarra y violín, e invitó a Rivera a unirse a su siguiente disco. Las primeras sesiones de grabación, en julio de 1975, fueron bastante caóticas. Dylan reunió a más de 20 músicos en el estudio, bastante apiñados, desconcertados y frustrados. Entre ellos, Dave Mason, Eric Clapton, Scarlet Rivera, Emmilou Harris, Rob Stoner, el grupo Kokomo… En vista de los resultados, en las siguientes sesiones se fue reduciendo el número de músicos hasta quedar Stoner (al bajo), Harris, Rivera y el batería Howie Wyeth. Y entonces el caos se transformó en magia, y en apenas un par de sesiones más, Dylan y su nueva banda grabaron la totalidad de los temas de Desire, descartes incluidos. El disco se publicó finalmente en enero de 1976.
La gira Rolling Thunder Revue
No se entiende Desire sin la gran(diosa) gira pre y post lanzamiento del disco, en otoño de 1975 y en primavera del año siguiente. Dylan y su caravana de músicos ofrecieron un total de 57 conciertos en grandes escenarios de Estados Unidos y Canadá, interpretando canciones del nuevo disco y reinterpretando algunos viejos temas. Aquel bufón apoltronado y «fuera del reparto» que retrató Don McClean en American Pie («With the Jester at the sidelines in a cast») volvió a la carretera por todo lo alto. Abarrotando estadios en compañía de un reparto de lujo, al que se fueron uniendo estrellas del calibre de Joan Baez, Roger McGuinn, Joni Mitchell, T-Bone Burnett, Ramblin’ Jack Flash, Mick Ronson (una de las arañas marcianas de Bowie y luego compañero inseparable de Ian Hunter) o el poeta ‘beat’ Allen Ginsberg. Dio tiempo hasta para organizar un concierto benéfico –reivindicativo, combativo- en el Madison Square Garden en homenaje al boxeador encarcelado Rubin Hurricane Carter, tema central de Desire.
Un puñado de historias memorables
Las letras profundas, intimistas y literarias de Dylan y Levy, tan bien acompañadas por el violín evocador de Scarlet Rivera, la impresionante base rítmica de Wyeth y Stoner, las voces de Emmilou Harris y Ronee Blakley, y hasta la guitarra de Eric Clapton, conformaron un puñado de historias nacidas para ser eternas. Lo cierto es que las puedes escuchar ahora, cuatro décadas después, y te siguen emocionando casi como la primera vez.
Hurricane abre el disco narrando la dramática historia del boxeador Rubin Carter, que pudo haber sido campeón del mundo pero fue acusado de triple asesinato y encarcelado durante 20 años. Dylan, muy comprometido con la lucha por los derechos civiles, y convencido de la inocencia del boxeador, se inspiró en la autobiografía de Carter para escribir Hurricane. Es sin duda uno de sus mayores éxitos y uno de sus temas más emblemáticos.
Isis tiene algo de magia, de misterio y de mitología, y está llena de referencias simbólicas. Una historia de amor e infidelidad –narrada como una Odisea- entre un hombre y una enigmática mujer, Isis, en la que muchos quieren ver un reflejo del propio matrimonio y separación de Dylan y Sara.
One More Cup Of Coffee es un maravilloso dueto entre Dylan y Harris que nos relata el cuento de una chica gitana y vagabunda de la que se enamora un hombre cuyo amor no es correspondido. Oh, Sister, también con la elegante voz de Emmilou Harris, nos habla de la fragilidad del amor.
Joey, además de la canción más larga del álbum, es la más polémica. Una balada que describe, con una visión un tanto romántica, la vida del gánster Joey Gallo, «el Rey de la calle». Para Dylan es un héroe que nunca asesinó a inocentes, apoyó la causa de los negros e incluso protegió a su familia heroicamente durante un tiroteo. Un personaje a la altura de los mitos de Robin Hood o Jesse James.
Esta visión romántica del forajido se repite en Romance in Durango, aquí ambientada en México y con historia de amor y huida incluida (más la guitarra de Clapton). Casi como una película de Sam Peckinpah. Y, hablando de amor, Desire se cierra con Sara, su canción más íntima y desnuda. Dedicada a su mujer, es un hermoso recuerdo de los felices tiempos en familia, y también un vano intento de reflotar su tambaleante matrimonio (que finalmente acabó en divorcio un par de años después).
El álbum lo completan Black Diamond Bay, que describe la destrucción de una isla por efecto de un volcán, aunque es sobre todo una crítica a la indiferencia de la televisión a la hora de tratar la tragedia; y Mozambique, un juego de rimas en la que brilla especialmente el violín de Scarlet Rivera.
Hubo también descartes en Desire, que fueron publicados años más tarde en diferentes volúmenes de las Bootleg Series. Rita Mae, Catfish, Golden Loom y, por encima de todas, Abandoned Love, publicada en su recopilatorio Biograh (1985). Una hermosa composición que retoma sus problemas matrimoniales desde el punto de vista de un Dylan desolado y solitario. Cuenta con grandes versiones de los Everly Brothers (1985), el mismísimo George Harrison (1995) y el folker irlandés Sean Keane (quien, por cierto, visitó España hace unos meses).
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