Hace poco más de un año sacaron su primer álbum, tutelados por el sello Subterfuge y producidos por Nacho Mur, guitarrista de La M.O.D.A. Ahora están a punto de publicar nuevo material, después del año pandémico y el parón involuntario. Cultura musical, canciones que enganchan, armonías vocales y un directo fresco, contundente y divertido son sus señas de identidad. Un grupo joven, con mucho camino por delante. Pero si vamos más allá de la música, podríamos considerar a Nebraska como una pequeña empresa. Una start up en toda regla, llena de ilusiones, de pasión y de dedicación plena. Donde cada cual tiene su función también fuera del escenario. Y donde se respira la misma profesionalidad que en cualquier otro sector. Solo que este es más divertido.
«Me siento
tan afortunado por haber pertenecido a un grupo que era una auténtica banda. No
se trataba de un cantante y guitarrista con algunos tipos detrás (…) Algunas
bandas de hoy tienen la experiencia de trabajar realmente juntas y perfeccionar
su oficio. Otras bandas son muy parecidas a: "Me acabo de comprar una
guitarra por Navidad, vamos a montar un grupo". Y realmente puedes escuchar
la diferencia». El dueño de estas palabras es Robbie Robertson, que sabe mucho del oficio de la música y formó
parte de una de las mejores bandas de rock de todos los tiempos. En efecto, The Band no se componía de una estrella
visible acompañada por unos músicos profesionales (salvo en tiempos de Dylan); ahí cantaban casi todos,
componían casi todos y todos aportaban sus raíces, sus influencias, su talento
y el dominio absoluto de sus instrumentos. Realmente eran La Banda.
De Toronto a Nebraska
La mención
de los canadienses viene al caso en esta historia por dos razones: una, porque
la música de Robbie, Levon y compañía –y de toda esa época irrepetible- es sin
duda un referente para esta joven banda de nombre claramente reivindicativo. Y
dos, porque –salvando las distancias- Nebraska es un grupo muy similar a The
Band: se nutre de talentos diversos y
sin protagonismos; aquí todos aportan por igual, cada cual en su terreno.
Y, desde luego, no son fruto de un fortuito regalo navideño. Son fruto de la
vocación temprana y de una cultura musical envidiable; son fruto del trabajo
duro, de horas y horas y horas en el local de ensayo; son fruto de su pasión
sin fisuras por la Música y de esa bendita ilusión de la juventud; y de una
sorprendente madurez para unos chicos, y chica, que no pasan de los veintitrés
años.
Cuando Willie conoció a Cati
Willie (guitarra y voz), Luis (bajo y voz) y Rubio
(guitarra) se conocían del colegio. A Los 16 años montaron una banda de
versiones en la que tocaban la música que les gustaba, sin más complicaciones (Fito, Pereza, 84, Los Secretos, ACDC…). Eso duró lo mismo que el colegio. Fue
cuando Willy decidió que quizá era el momento de componer algo propio. Por
probar. Por no dejar la música, en realidad. Escribió una canción en inglés y
la grabó con Rubio. Nada más escucharla se dieron cuenta de que necesitaban una
voz femenina. Si a Fleetwood Mac le
quedaba tan bien, por qué no a ellos. Cosas del destino, Willy conoció a Cati una noche y empezaron a hablar de
música. Dylan, Nirvana, Beach Boys,
Eagles, The Band y otros argumentos de peso salieron en la conversación. Un
flechazo musical en toda regla, como cuando Keith conoció a Mick en
aquella estación, cargado de discos de blues. Cati, además de rubia como Kurt Kovain (otro argumento), y con una
voz impresionante, tenía gustos musicales más que interesantes: es devota de Stevie Nicks, y también muy fan de CRAG y Solera (desde bebé cantaba Discípulo
de Merlín) y de los Beach Boys
(esas armonías vocales la vuelven loca). El fichaje fue instantáneo.
Eres lo que te emociona
Y es que, más allá del “eres lo que escuchas” que proclama Radio 3, a estos jóvenes melómanos lo que les va es el “eres lo que te emociona”. La música que les apasiona de verdad. A pesar de su juventud, la cultura musical de los miembros de Nebraska es de una calidad realmente encomiable. Y, como en el caso de The Band, de un eclecticismo muy enriquecedor. Aparte de los ya mencionados, entre sus mitos/influencias/referentes hay nombres como Wilco, Beatles, Strokes, Kooks, Foo Fighters, Munford and Sons, Springsteen, CSNY, la Velvet... Y mucho rock patrio también, una lista encabezada por Fito, al que siguen La M.O.D.A., Club del Río, Leiva, 84, McEnroe o Los Zigarros. Y cientos más. Es más importante escuchar que escribir, dice Willie.
Y también
escuchar tu propia vocación. A unos les viene de familia, como en el caso de
Willie: su abuelo paterno, gran amante del jazz, fue alumno del mítico pianista
neoyorkino Joshua Edelmann… quien
también dio clases de piano a Willie, con solo 12 años; y sus tíos maternos
forman parte de dos bandas referentes,
como Los Zodiacs y McEnroe. Rubio quería tocar la batería, pero acabó
con una guitarra entre los dedos. Luis empezó con la guitarra en el colegio,
pasó por la batería y, cuando la banda fichó a Cuesta, pedazo de batera, acabó
en el bajo. Cati se pegó en el cole a su amiga Vera, una artista vocacional con
quien empezó a descubrir música, a tocar, a cantar, a enredar con las voces y
las armonías… algo que hoy es una de las claves que definen a Nebraska.
De la birra a la kettle
Una vez conformada la banda (Willie, Luis, Cati, Rubio y Cuesta) empezaron a tocar sin mayor pretensión que hacer música; pero la cosa fue creciendo casi sin darse cuenta. De repente, la prioridad era Nebraska, las canciones, los ensayos. Las copas y los estudios pasaron a un segundo plano. La idea, que la universidad les deje el tiempo que necesitan para tocar y ensayar. Y además, poniendo cada uno sus conocimientos al servicio de la banda (ya sea Derecho, Empresariales, Publicidad, Diseño Gráfico, Marketing…). Habilidades que también han sabido complementar perfectamente. Como en cualquier empresa.
Y es que, en
realidad, es lo que son: una start up
que requiere toda la pasión, la ilusión y la dedicación. Una empresa
musical en la que los cinco se compenetran y complementan en ambos sentidos.
Todo su tiempo de ocio –y parte del universitario- lo dedican a la banda, que
hoy por hoy es su trabajo. Ya ni siquiera hay cervezas en los ensayos, ahora
tienen una kettle y beben té. La prueba indiscutible de que están en “modo
profesional”.
La M.O.D.A., Subterguge y The Galileo Connection
En pocos meses, Nebraska se convirtió en una banda sólida, con personalidad y temas propios, que coleccionaba sold outs. Y entonces llegó Nacho Mur. El guitarrista de La M.O.D.A. (y productor por vocación) contactó con ellos a través de uno de los socios de la mítica sala madrileña Galileo Galilei y una amiga de Nacho, Mäbú. Le pasaron un par de maquetas y se interesó vivamente por ellos. Quedaron en el local de ensayo y le mostraron todo su potencial. Para Mur fue un descubrimiento y decidió producirles su primer disco. De hecho, no descartó ninguno de los 12 temas que Nebraska había pre-seleccionado.
El contacto con el sello Subterfuge también tuvo lugar en Galileo. En este caso, por recomendación de los tíos de Willie, integrantes de McEnroe (una de las bandas de cabecera del sello independiente). El momento mágico, un bolo en pleno agosto de 2018, al que acudió Carlos Galán… y una pléyade de fans que llenaron la sala y no pararon de corear sus temas. Carlos quedó tan convencido que citó a Nebraska en las oficinas de la discográfica. Tras meses de intenso trabajo y grandes profesionales a los mandos, salió su primer álbum, “Las aventuras de todas partes”, que presentaron hace unas semanas en el Círculo de Bellas Artes… con sold out y más de 500 fans coreando cada tema.
La aventura no ha hecho más que empezar
Un sonido fresco, enérgico y muy personal, que ha bebido en las fuentes de lo mejor del rock y el folk; unas letras que saben contar historias a su generación desde el lado positivo de la vida; un directo potente y divertido, que engancha mágicamente a sus groupies (y a quien venga); carisma, juventud y pasión a raudales; un maestro en la producción, que ha conectado maravillosamente con el grupo y su música; un sello que sabe apostar y confiar y respetar y apoyar y ver todo el potencial de una banda emergente; y cinco músicos, cinco amigos, cinco aventureros decididos a forjar una carrera sólida y seria en el tormentoso mundo de la música. Eso es Nebraska. Una banda joven e ilusionada que va a por todas, que está encontrando su sitio en esta nueva era dorada del rock en español. Y que lo tiene todo para codearse con los mejores.
El futuro
está aún por escribirse (por componerse). Pero los sueños siguen ahí. Intactos.
Y, puestos a soñar, hoy por hoy sueñan con compartir escenario con algunos de
sus mitos. La M.O.D.A., Leiva, Club del Río… Y, puestos a soñar más alto, con
Fito. Tiempo al tiempo.
«Encontrar
una nueva estrella en el cielo es realmente difícil», reconoce Robbie
Robertson. Pues esta estrella de cinco puntas ya está empezando a brillar con
fuerza.
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