Madrugada del sábado 26 al domingo 27 de octubre: cambio de hora. La polémica, un año más, está servida. Unos hablarán de ahorro de energía, otros de alargar las horas de sol por abajo, muchos negarán que se ahorre energía y tampoco les importará esa hora extra de luz por la mañana, porque lo que les gustaría es poder disfrutarla por la tarde. Sin embargo, el verdadero debate, el realmente importante no es si en la Península Ibérica nuestro horario de vida debería estar sincronizado con el meridiano de Greenwich, que es el que nos corresponde, sino si nuestro horario de trabajo debería estar sincronizado con nuestra vida. Y, de paso, con el sentido común.
Hablamos de
reconciliación con la vida familiar. Hablamos de disfrutar un poco más de la
vida. Hablamos de racionalidad. Y hablamos de productividad laboral. De
optimizar las horas de trabajo. De dormir más y mejor. De trabajar menos y
mejor. Y de europeizarnos un poco más. Hablamos
de cambiar radicalmente la mentalidad de las empresas y las administraciones públicas:
señores, de una vez por todas, MAYOR
PRESENCIA NO IMPLICA MAYOR PRODUCTIVIDAD. Ni salir después del jefe
significa ser más trabajador. Ni dormir menos horas conlleva mayor mérito
laboral. Más bien lo contrario.
Lo explica
con absoluta nitidez y demoledor sentido común Ignacio Buqueras, presidente de la Asociación para la Racionalización de los Horarios Españoles (ARHOE).
Cuando en el resto de Europa se trabaja hasta las cinco de la tarde, seis como
mucho, aquí no salimos del trabajo hasta las ocho o las nueve; entramos no
mucho más tarde, pero dedicamos dos horas o más al almuerzo (tanto en oficinas como
en comercios). Más el tiempo, el estrés y el dinero (gasolina) que dedicamos a acudir puntualmente a nuestro lejano puesto de trabajo o cada día. También dormimos menos y desayunamos peor; llegamos más cansados
a la oficina; las reuniones en plena digestión nos matan; seguimos presos de la
cultura del presentismo (esperar a que el jefe
acabe su jornada para salir escopetados); los hijos apenas nos ven entre
semana; y no perdonamos el partido de fútbol o la serie de moda, que no
empiezan antes de las diez o diez y media de la noche (hora a la que toda
Europa está ya acostada).
¿Las
consecuencias? Las bajas por estrés
en España son más numerosas que las bajas por maternidad. También el fracaso escolar es más elevado porque
los padres no están en casa para ayudar con los deberes (aunque esa es otra cuestión). Disfrutamos menos de la familia, y también de nosotros mismos. Si
queremos ocio, hay que robarle horas al sueño. Nos falta tiempo. Trabajamos demasiadas horas. Gastamos más energía. Perdemos muchas horas semanales en el coche. Y encima ganamos menos que nuestros homólogos
europeos.
¿Y qué
podemos hacer? Lo primero y urgente, un
cambio radical de mentalidad. De toda la sociedad. Políticos, empresarios,
comerciantes, sindicatos, medios de comunicación, televisiones, ciudadanos…
TODOS.
· Debemos
dar más valor al tiempo (“perder
tiempo es perder vida”, afirma Buqueras).
Y eso incluye la puntualidad.
· Debemos
aprender a establecer prioridades:
no todo es importante, no todo es urgente.
· Debemos aplicar la conciliación con hechos, no con palabras; con normas, no con buenas
intenciones. Y con ejemplo (va por los que mandan).
· Debemos
sincronizar la salida (y la llegada) del colegio con la salida (y la llegada) del trabajo.
· Debemos distribuir racionalmente el tiempo: salir bien desayunados de
casa, almorzar en media hora, no eternizar las reuniones, dormir más, disfrutar más… (volver a la fórmula 8 + 8 + 8).
· Debemos aprender -de una vez por todas- a aprovechar las posibilidades del teletrabajo. Sin miedo. Que para eso se ha inventado internet, y el email y las videoconferencias y el Facetime y el portátil y el wifi... Son muchas las empresas -y no solo las de última generación- las que están aplicando en serio medidas REALES para fomentar el trabajo desde casa. Y funcionan maravillosamente.
· Debemos aprender -de una vez por todas- a aprovechar las posibilidades del teletrabajo. Sin miedo. Que para eso se ha inventado internet, y el email y las videoconferencias y el Facetime y el portátil y el wifi... Son muchas las empresas -y no solo las de última generación- las que están aplicando en serio medidas REALES para fomentar el trabajo desde casa. Y funcionan maravillosamente.
· En
definitiva, horarios más humanos, más
racionales, más europeos… y más productivos (“La productividad no es una
cuestión de horas, sino simplemente de aprovechar mejor el tiempo”). Más de 2019.
Poco a poco
las empresas españolas —grandes y pequeñas—están comenzando a establecer
horarios más racionales y a valorar sus consecuencias positivas. Pero sigue
pesando demasiado la costumbre, lo malo conocido. Es urgente dar el paso.
Cambiar de mentalidad, replantearse nuestro sistema de trabajo. Aprender de
Europa y del resto del mundo. Pero ha de ser un compromiso total, de todos. Repito, de TODOS. Si no, seguiremos
perdiendo el tiempo. Como idiotas.
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