Dice Gonzalo
Altozano en el prólogo de este libro que a mí no me van las historias de
perdedores. O sí, pero solo las de aquellos que han peleado hasta caer
agotados, y no las de los que pronto se rinden para entregarse al subsidio y la
queja. Afirma que para mí la única manera de evadirse de la realidad es hacerle
frente, y que esa es la razón por la que mis textos están llenos de vida; y que
por eso mis libros terminarán
vendiéndose en farmacias, sin receta ni efectos secundarios.
Se nota que
Gonzalo, además de ex director de este cronista de vidas, es amigo. Y eso se
agradece. Pero tiene razón, si no en el hecho, al menos sí en el deseo: ojalá
este libro se pudiera vender en farmacias, ojalá se despachara con la misma
facilidad con que se despachan ansiolíticos o vitaminas o antigripales, ojalá
los enfermos —imaginarios o no— se lo tomaran en pequeñas dosis para aplacar
los síntomas de sus dolencias (almas, vidas, anhelos, desidias… qué sé yo). Ojalá
este libro sirviera para curar, simplemente.
Es lo único que pretendí a la hora de buscar estas 32 historias, adentrarme a fondo en cada una de ellas, sentirlas mías, escribirlas, recopilarlas y finalmente publicarlas. Ayudar. Inspirar. Implicar.
Vivimos en
un mundo egoísta. Un mundo en el que el éxito, la alegría o la mismísima
felicidad se miden en función de nuestras necesidades, de nuestras ambiciones,
de nuestra satisfacción personal e intransferible. De nuestros OMBLIGOS. Estos
son hoy los valores que nos rigen. El ansia de poseer a cualquier precio moral,
el afán por tener más que el vecino, la avidez imparable, el deseo
permanentemente insatisfecho, el triunfo fácil, el dinero, la apariencia, el
poder; el YO por encima de todas las
cosas, aunque sea pasando por encima del otro.
Pero aún quedan seres extraordinarios que no se rigen por estas reglas impuestas. Locos revolucionarios eligieron un día el camino más difícil para alcanzar el éxito: el del sacrificio, el de la entrega, el del esfuerzo. El de la bondad. El de la generosidad. Es el camino que escogieron todos los protagonistas de este libro. Dar. Darse. Entregarse a la causa más alta: los demás.
Una pediatra
que salvó millones vidas o un indigente que salvó tres; un deportista que
entregó doce años de su vida por un compañero enfermo; una frágil monjita que
revolucionó el concepto de ‘amar’; familias felices, con la toda la vida —aparentemente—
en contra; ardientes defensores de la dignidad humana allí donde apenas existe;
jóvenes con causa más allá de sí mismos; maestras entregadas a su vocación
hasta el extremo; presuntos discapacitados con una inmensa capacidad de amar; almas
altruistas, luchadores, héroes silenciosos y anónimos… todas ellas historias y vidas reales que demuestran que aún tenemos
remedio. Que dar un vuelco a los vanos valores que rigen nuestro mundo es
posible. Que todavía hay esperanza. Y que
cualquier acto de bondad, por insignificante que parezca, tiene consecuencias
inabarcables.
Vidas que
hablan con hechos, no con frases hechas. Que no nos dicen lo que debemos hacer,
simplemente nos muestran el camino. Ojalá estas historias nos inspiren y nos
impulsen a actuar. Ojalá estas lecciones nos enseñen a pensar un poco más en el
de al lado, o en el de abajo, o en el de lejos. Ojalá estas vidas nos recuerden
preguntarnos cada noche: ¿qué he hecho
hoy por los demás, qué he hecho hoy para ser mejor persona? En nuestras
manos está. Sólo tenemos que querer.
Un primer
paso es, por ejemplo, adentrarse en estas 32 historias. Y ojalá te provoquen
efectos secundarios. Será buena señal.
Disponible en librerías, en internet y en Amazon: https://www.amazon.es/muerte-del-ego%C3%ADsmo-Palabra-hoy/dp/8490610444
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