jueves, 11 de diciembre de 2014

En la presentación del segundo volumen de Lo Que De Verdad Importa

Fue una gran tarde la de ayer, en el CÓMO. Éxito rotundo, llenazo total (de gente buena, de emociones, de complicidad, de intensidad, de firmas). No quedó ni un solo libro sin vender, ni uno solo de esos inmensos corazones blancos sobre fondo “rojo María”. Un libro importante, sí, que como todo lo que toca la Fundación Lo Que De Verdad Importa, está predestinado a hacer mucho bien a mucha gente.





Fue un honor compartir espacio y micrófono, complicidad y emociones, con gente tan importante como la que allí estaba: esas ‘locas’ maravillosas de LQDVI, con María, Pilar y Carol a la cabeza (y al corazón), culpables de toda esta historia cada día más grande, en todos los sentidos posibles; Dani Losada, mi socio, mi amigo, ese retratista de almas (sí, suena cursi, pero es que es así) que ayer nos emocionó especialmente, sin que pudiéramos disimularlo (delante de más de 200 personas); Javier Ortega, el editor, el paciente, el hombre de Lunwerg, que nos dio una hermosa y cinéfila lección de poesía; y, por supuesto, los que de verdad importan, los protagonistas absolutos, los imprescindibles: Amuda Goueli, que salió de una minúscula aldea nubia, perdida en el desierto, para crear Destinia.com (y aún mantiene los pies en el suelo); Anne-Dauphine Juliand, una madre coraje con una capacidad de amar tan inmensa como su dulzura; Emilio de Villota, que nos recordó una vez más por qué María era como era, esa sonrisa, esas ganas de vivir, ese corazón inabarcable; Sandra Ibarra, otra gran lección de valentía y amor a la vida (y a la buena música, pero eso es un Secreto); Lucía Lantero, a punto de salir de cuentas, que hace unos años fundó otra gran familia en Haití para cuidar –salvar- a unos niños con mucha peor fortuna; Bento Amaral, deportista tetrapléjico (qué cara de buena persona) que viajó desde Portugal con su mujer sólo para estar ahí; Xavi Torres, 16 medallas paraolímpicas, sin brazos ni piernas, un tipo cercano, simpático, luchador que debería protagonizar más de un programa de deportes; Toñejo, el gran Toñejo, un torbellino de humor, una fuerza de la naturaleza, un auténtico crack, en moto de agua, conduciendo un camión en el Dakar o en silla de ruedas. Y Phillippe Pozzo di Borgo, el protagonista real de la película Intocable, que no pudo estar en persona pero sí nos envió un vídeo, porque tampoco quería perderse el gran acontecimiento.


Hubo también invitados de excepción, como la incombustible Marimar García, como la cantante/actriz Miriam Fernández (protagonistas del primer volumen), y un buen puñado de familiares, amigos y fans de la Fundación que quisieron estar ahí, que siempre están ahí. Un lujazo de público. Un lujazo de presentación.


Y es que este es un libro importante. Lleno de lecciones, de valores, de historias de vida que son el mejor ejemplo, la mejor guía si queremos cambiar este mundo, aunque sea un poquito. Leopoldo Abadía cita siempre una frase (que yo recojo a menudo) que representa perfectamente el espíritu de la Fundación LQDVI y de todos los protagonistas de este libro: vivimos demasiado preocupados por el mundo que vamos a dejar a nuestros hijos, cuando lo realmente importante es qué hijos queremos dejar a este mundo.

Sólo tenemos que echar un vistazo a nuestro alrededor, las noticias, los programas de TV, los protagonistas de las portadas, los ejemplos que marcan a nuestros hijos: políticos y empresarios corruptos, fama fácil, dinero fácil, sensacionalismo a tumba abierta, vidas (y almas) en venta, aprendices de estafadores convertidos en héroes populares… que llenan páginas y páginas, horas y horas de gigantesco vacíoY claro, no es de extrañar que a los jóvenes (y a los mayores) les entren ganas de volverse malos. La tentación es potente. Pero luego asistes a un congreso de LQDVI o te lees un libro como éste y, de verdad, te dan ganas de volverte bueno. De hacer cosas por los demás, de enderezar tu rumbo, de superar dificultades, de olvidarte del “no puedo” y del “si yo lo intento”, de ambicionar algo más que un puestazo y un cochazo.

Todos (padres, educadores, medios de comunicación, sociedad) somos responsables de los espejos en los que se miran los niños y los jóvenes de hoy. Esta es nuestra gran responsabilidad. Y somos también el ejemplo que les guía en uno u otro sentido (“Hijo, ten cuidado de por dónde andas” “Ten cuidado tú, papá; yo sigo tus pasos”). Por eso es importante este libro. Porque estas historias, estos ejemplos, estas lecciones de vida nos devuelven a la realidad, a la buena, no a la conveniente; y nos sacuden, y nos despiertan. Y nos levantan. SON UN PEDAZO DE ESPEJO.

Si nuestros hijos (y nosotros) miran a Lucía, a Sandra, a María, a Anne Dauphine, a Toñejo, a Amuda, a Xavi, a Bento… más que al pequeño Nicolás, a la Pantoja, a Urdangarín, a los de los ERES o a los de las tarjetas visa black, entonces sí estaremos dejando unos MAGNÍFICOS hijos a este mundo, como dice Leopoldo Abadía. Una generación, desde luego, más prometedora que la nuestra.


Lo dijo Jorge Font, ponente habitual de LQDVI: “Si no lees este libro, no te pasará nada. Pero si lo lees, te pasa algo seguro”. Pues eso, regálaselo a alguien que de verdad te importa.



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