jueves, 23 de enero de 2025

BENDITA JUVENTUD. Crónica del congreso de valores de Lo Que De Verdad Importa 2024

 


«La juventud de hoy ama el lujo. Es maleducada, desprecia la autoridad, no respeta a sus mayores y chismea mientras debería trabajar. Los jóvenes ya no se ponen de pie cuando los mayores entran en la habitación. Contradicen a sus padres, fanfarronean en la sociedad, devoran los postres en la mesa, cruzan las piernas y tiranizan a sus maestros».

Si tienes más de cuarenta años es muy probable que esta sea tu opinión sobre la juventud de hoy. No es nada nuevo. De hecho, la cita es de hace unos 2.500 años; y pertenece a Sócrates, para más señas. Es una etiqueta más, en este mundo híper etiquetado en el que vivimos (todos somos un hashtag); y quizá esté justificada, e incluso sea cierta; y puede que hasta sea razonable y necesaria esa actitud (juventud implica rebeldía, descontento, rechazo, novedad, cuestionarlo todo antes de aceptarlo ciegamente; esto es, evolución). Sin embargo, lo que hemos visto últimamente en Paiporta, Catarroja, Utiel, Alfafar, Benetússer o Massanassa niega rotundamente que la juventud española sea insolidaria, tirana e irrespetuosa; niega rotundamente que abomine del esfuerzo y del trabajo, que prefiera el lujo al barro o que no sea capaz de sacrificarse por una causa que no es la suya, por una gente que no es la suya. Niega rotundamente que nuestros jóvenes no sean capaces de enfrentarse cara a cara, sin miedo, a la frustración, al dolor, a la pérdida, al desamparo.

 

¿Generación de cristal? Sí, de cristal blindado

Ya lo decía Vicente Blasco Ibáñez, que además de escritor, revolucionario y fundador del periódico El Pueblo era valenciano: “La juventud es la edad de los sacrificios desinteresados, de la ausencia de egoísmo, de los excesos superfluos.” Lo demostró la marea de jóvenes que atravesó el Turia por la pasarela desde el primer día, a miles, sin que nadie los llamara; un ejército armado con palas, cepillos, cubos y botas de agua, y sobre todo con esperanza, que acudió al epicentro del desastre, sin preguntar; ellos simplemente se ofrecieron. Llegaron con su energía, con su fortaleza, con su optimismo, listos para enfrentarse a esa batalla incierta contra el barro, la destrucción, el caos, el abandono; una batalla cruenta contra el tiempo y la angustia, contra el miedo y el desamparo, contra la muerte; una batalla infame contra la irresponsabilidad y la ineptitud, contra el cálculo político, contra la desinformación y el fango mediático, contra la nefasta gestión de los que mandan. Contra la política, que todo lo corrompe, que todo lo embarra.

Sí, fueron nuestros jóvenes los que llegaron de todas partes de España en sus coches, en furgonetas alquiladas, en camiones de todos los tamaños, en tractores (con sus padres y abuelos agricultores). Llevando un gigantesco cargamento de ropa, alimentos, herramientas, medicinas; de esperanza y solidaridad, de una fe inquebrantable en que no hay imposibles, y tampoco límites. Sólo voluntad.

 


Más de 6.000 jóvenes con valores y con ganas de cambiar el mundo

Esa bendita juventud es la que también acudió en masa (más de 6.000, sold out total) al último Congreso de Valores de la Fundación Lo Que De Verdad Importa en Madrid, el pasado miércoles en el Palacio de Vistalegre.

Un Congreso, por cierto, que ese día cumplía 18 años de bendita juventud. Y es que la juventud fue protagonista absoluta del evento, no sólo por los 6.000 entusiastas invitados, también por los tres ponentes –extraordinarios, admirables, valiosísimos- que subieron al escenario para darnos caña. Tres historias de vida que, como suele pasar en estos congresos, nos sacudieron por dentro como un tsunami de valores no por esperado menos sorprendente. Una sacudida de las buenas, con lección y tirón de orejas. Para ellos, los jóvenes, y también para todos nosotros, los no tan jóvenes, que tantas veces nos creemos infalibles, incuestionables e imbatibles. Ya nos lo restregó el poeta alemán Friedrich Hebbel, allá por la mitad del s. XIX:  “A menudo se echa en cara a la juventud el creer que el mundo comienza con ella. Cierto, pero la vejez cree aún más a menudo que el mundo acaba con ella. ¿Qué es peor?” No, no hace falta que respondas.

 


Brianeitor. Un genuino campeón de la vida

Si has visto la película Campeonex, el exitazo dirigido por Javier Fesser, sabrás perfectamente quién es Brianeitor. Si eres aficionado a los vídeo juegos en general y a Team Heretics en particular, seguro que también lo conoces. Y si tienes menos de 25 años, puede que seas uno de sus doscientos sesenta mil seguidores en YouTube. Pero Brianaeitor no es solo un crack de los vídeo juegos, un tipo carismático de sonrisa picarona, querido y admirado por legiones de fans y “casi” ganador de un Goya. Es, sobre todo, muy buena gente. Eso es lo que más llama la atención de su historia. Probablemente por contagio: de su padre, que ha ejercido también de madre durante 22 años; de sus abuelas, que lo criaron y lo llenaron de amor a diario; de sus hermanos pequeños, de sus amigos incondicionales, de sus referentes en la vida.

Una vida que ha estado siempre rodeada de cariño y empatía, de bases sólidas cimentadas en los valores y en la actitud positiva frente a los problemas más gordos. Porque el suyo es un problema de los gordos. El nombre oficial es atrofia muscular degenerativa con espina bífida. Una putada que le ha prostrado en una silla de ruedas desde los cuatro años. Pero que él ha utilizado como lanzadera para volar, ser libre, cumplir sus sueños (los soñados y los inimaginables, como protagonizar Campeonex), superar todo tipo de dificultades con una sonrisa y, en fin, ser él mismo –alegre, optimista, auténtico- incluso en las peores crisis o en las operaciones más duras.



Desde muy pequeño, Brianeitor ha aprendido a vivir su enfermedad con naturalidad, con humor y con una actitud envidiable que nos resume en tres reflexiones: “Una: lo que de verdad importa es hacer feliz a la gente que te hace feliz, a la gente que te rodea y te quiere. Dos: en la vida siempre vas a tener problemas, la diferencia está en cómo los afrontas. Tres: si yo estando como estoy he cumplido sueños inimaginables, vosotros con esfuerzo y con ganas podéis conseguir lo que os propongáis”. Amén a eso. O, tomando el grito de guerra del propio Brianeitor: ¡¡VAMOOOOS!!

 

Carlos Llibre. Cumpliendo los 101 sueños de su hermano

Carlos y su hermano gemelo, Álex, siempre fueron uno. Desde muy pequeños eran inseparables, todo lo hacían juntos: los juegos, los estudios, el deporte, las gamberradas… Conforme fueron creciendo, también crecieron los retos y su afición por los deportes extremos, ya fuera en potentes motos o sobre los esquís, atravesando desiertos o escalando montañas, corriendo maratones o nadando en aguas abiertas. Siempre juntos. Hasta que hace siete años, en un accidente de moto cotidiano, Álex falleció y dejó a Carlos solo. Por primera vez y para siempre. Pero lo que tiene un alma deportista como la de Carlos es que los obstáculos se cruzan en tu camino para ser superados. De modo que, una vez superado el luto, al dolor y la tristeza se impusieron el desafío y el homenaje.



Todo empezó cuando, recogiendo la habitación de su hermano, Carlos encontró su lista de los 101 sueños que cumplir en la vida. Algunos de ellos ya los habían realizado juntos. Pero aún quedaban muchos sin tachar en la lista de Álex. Con la idea de ir cumpliendo los sueños de su gemelo, Carlos creó un movimiento aspiracional, ALL1 Team, bien arropado por amigos y familiares y con un lema vital: “Los sueños cuando son compartidos se cumplen”. El Ironman marcó el camino, pero también el Titan Desert y luego el Dakar, e intensas travesías por cualquier rincón del mundo pedaleando, caminando o esquiando. No importa dónde, no importa cómo, siempre rodeado de los suyos y en contacto con la naturaleza. Poniendo en movimiento valores como la generosidad, el esfuerzo, el amor y la pasión por la vida. Y, por encima de todo, el tributo, el recuerdo imborrable de una persona fuera de lo común, un tipo extraordinario que fue un ejemplo permanente de lo que de verdad importa: “Eres lo que vives, no lo que tienes”.

 

María Galán. Mis niños son mi razón de ser

María tiene 26 años, cara de niña –de niña buena- y una apariencia frágil, casi quebradiza. Eso si miras desde fuera. Porque en realidad María es increíblemente madura para su edad y tiene una fortaleza interior a prueba de bombas; un tipo de fortaleza que solo te proporciona el haber vivido y superado el lado más oscuro de la vida. Ese rincón apartado de nuestro brillante lado del planeta –el del primer mundo- donde reinan el sufrimiento, la enfermedad, el hambre, la carencia más absoluta. Un lugar (Entebbe, Uganda) en el que la media de edad es de 15 años. Ni siquiera llegan a ser jóvenes. Y es allí, en ese rincón olvidado y oscuro, donde hace cuatro años María decidió que estaba su vida. «Aquí encontré todos mis porqués y paraqués. Soy muy feliz».



Y es que sólo allí, en los brazos acogedores de la ONG Babies Uganda, fundada hace diez años por su madre y una amiga, Maribel, es donde María se encuentra en casa. Acogiendo y cuidando a niños que carecen de todo; proporcionando un poco de esperanza y futuro a familias que miran a los ojos de la muerte cada día; abriendo sonrisas y oportunidades donde antes sólo había dolor, impotencia y tristeza, y a menudo graves discapacidades. Una dramática realidad que María (@auntie_mariagalan) y el equipo de Babies Uganda trata de mitigar con mucho trabajo, mucho cariño y una ilusión contagiosa y tenaz. Hoy, aquel orfanato que iba a cerrar por falta de fondos hace diez años, ha crecido y acoge también Kikaya House (donde María vive con sus 32 peques), el colegio Infantil y de Primaria Kikaya Junior School (650 niños) y un recién estrenado centro de Secundaria, Kikaya Senior School (350 niños). Además de una clínica con sala de maternidad, laboratorio y atención primaria que da asistencia gratuita a miles de personas de la región.

Una lección potente, la de María, que nos recuerda la importancia de dar, de darnos a los demás. De compartir y compartirnos. La importancia de pensar que no somos el ombligo del universo y que más allá de nuestra ceguera de primer mundo hay otro mundo que nos necesita. Y que nos espera con los brazos abiertos.

 


Forever Young

Después de escuchar embobado los testimonios de Brian, Carlos y María, más todo lo que sucede de principio a fin en los congresos de LQDVI (la música, las actuaciones, las lágrimas, las risas, emociones a mansalva…), irremediablemente sales con una nueva visión de las cosas, con un nuevo orden de prioridades, con una refrescada actitud para enfrentarte a los (insignificantes) obstáculos de tu día a día. Sales con la idea de que la juventud de hoy no está, ni mucho menos, perdida; que hay esperanza -una esperanza justificada- en que las nuevas generaciones sepan hacerlo mejor que nosotros. Porque tienen más inteligencia, más aptitudes, más corazón y más coraje de lo que pensamos. Porque tienen la fuerza, la ilusión, la actitud, la luz interior, ¡la edad! para transformar la sociedad. Y más nos vale a nosotros dejarles hacer.

Por terminar con algo de música, que siempre es importante, estos días he escuchado con especial intención una de mis canciones favoritas del maestro Dylan. Un tema lleno de poesía, de buenos deseos y de valiosas lecciones escrito desde el corazón para su hijo Jakob. Y, de paso, para todos nosotros. Porque habla de muchas de las cosas que escuchamos el otro día en el congreso de Lo Que De Verdad Importa. Forever Young. Toda vuestra.

Que Dios te bendiga y te proteja siempre / que tus deseos se hagan todos realidad / que hagas siempre por otros y otros hagan por ti / que construyas tu escalera a las estrellas y subas cada peldaño / Que crezcas para ser virtuoso, / que crezcas para ser auténtico / que siempre conozcas la verdad / y veas las luz que te rodea. / Que seas siempre valiente, que seas firme y fuerte, / que seas por siempre joven.

 

Aquí te dejo el vídeo de Forever Young en el concierto The Last Waltz. Imprescindible.



 

sábado, 11 de enero de 2025

Don't Let the Old Man In. Una reflexión sobre la vejez, mi padre y Clint Eastwood




Hace unos años, Clint Eastwood compartía torneo de golf benéfico con su amigo el compositor y cantante de country Toby Keith. Clint le comentó que en unos días cumplía 88 años y estaba trabajando en su nueva película, The Mule, que iba a dirigir y protagonizar. Toby, admirado de la vitalidad y la energía de Clint, le preguntó qué le impulsaba a seguir trabajando. “No dejo entrar al viejo”, respondió. A Toby Keith le enamoró esta frase y le dedicó una maravillosa canción, Don't Let the Old Man In. Una bonita y emotiva balada country sobre un hombre rebelándose contra su vejez. El cantante envió a Clint Eastwood una demo de la canción y el director se rindió inmediatamente a su letra y a su melodía.

 

Don't Let the Old Man In se convirtió automáticamente en el tema principal de The Mule, que se estrenó en 2018, y también en un exitazo en las listas de country de todo el país. En septiembre de 2023 Toby Keith, que había sido diagnosticado de cáncer de estómago el año anterior, interpretó su canción en el 2023 People's Choice Country Awards, después de haber obtenido el premio Country Icon, y Don't Let the Old Man In volvió a resurgir con fuerza en las emisoras de country. El pasado 24 de febrero, Toby Keith falleció a los 64 años de edad víctima del cáncer, dejando un legado impresionante, prolífico e inmortal, en la música americana y universal.

 

Estas últimas semanas me ha golpeado con insistencia la canción de Toby Keith. Y es que el “viejo” está intentando colarse en el cuerpo y en la cabeza de mi padre desde que empezó la quimio (le diagnosticaron un linfoma en septiembre, recién cumplidos los 90). Estos días, que he estado turnando guardias con mi hermano y mis hermanas, me he dado cuenta de que, cada vez más, veo a mi abuelo (que nos dejó a los 96) en el cuerpo frágil, arrugado y tembloroso de mi padre. Un cuerpo condenado a un presente a caballo entre el miedo, el cabreo y la impotencia, con un futuro demasiado breve como para llamarlo futuro, y al que sólo le queda su pasado glorioso, cuajado de triunfos deportivos, de logros familiares y de amistades inquebrantables que se han ido quedando en el camino. Una vida mirando casi siempre hacia atrás.

 

Él, que fue subcampeón del mundo y coleccionó Grandes Premios de hípica por todo el mundo, ahora apenas puede recorrer el pasillo de su casa aferrado a su taca-taca, pasito a pasito. Él que fue campeón de España de tenis con 15 años y que jugó al pádel activamente hasta muy superados los 70, ahora apenas puede salir de la cama o vestirse sin ayuda. Él, que bailaba en las bodas de sus nietos y jugaba con sus bisnietas, que paseaba y conducía hasta hace solo tres meses, ahora apenas llega a tiempo al cuarto de baño en caso de urgencia. Él, que ha sido un brillante jugador de bridge durante décadas, un matemático ágil y de mente rápida y culta, hoy está en lucha permanente entre el hombre que fue y el que ya no es; entre la persona mayor que estaba increíble para su edad a los 89 y el viejo que quiere entrar a los 90, derribando la puerta a patadas para instalarse de manera permanente. Como un okupa indeseado e indeseable.

 

Pero, claro, derrotar por las buenas a un tipo que ha sido deportista de élite tantos años (uno de los mejores jinetes de su generación) y luego juez internacional de prestigio mundial durante otros tantos; derrotar por las buenas a un tipo que se licenció con matrícula en Derecho, que ha vivido la disciplina deportiva, el esfuerzo, el compromiso y el sacrificio desde los 16 años, que ha formado una familia unida y ejemplar que alcanza ya los 30 miembros (5 hijos, 20 nietos, 5 bisnietos) y que ha sido referente de valores y de coherencia en el deporte y en la vida para viejas y nuevas generaciones… derrotar por las buenas a un tipo así, que además cuenta con la fuerza extra de su mujer (mi madre, una santa con superpoderes), de sus cinco hijos (siempre al pie del cañón) y de sus fieles amigos y primos (los que le quedan vivos), y que cuenta con el favor especial del mismísimo Dios y de la Virgen, de los que nunca se ha separado ni un instante desde el día de su Primera Comunión, derrotar a un tipo así, digo, no es tarea fácil.

 

Así que ahí andamos todos –padre, madre, hijos, nietos, médicos, fisios, ciencia, fe y demás fuerzas activas-  atrancando la puerta con rabia para que no entre el viejo, golpeándole la cara con toda nuestra mala leche cuando asoma por la rendija a lo Jack Torrance, lanzándole maldiciones y quimioterapia y vitaminas y corticoides y todo lo que haga falta para mantenerlo ajeno y lejos, no al otro lado de la puerta, sino más allá del horizonte. Como el propio Clint Eastwood, galopando hacia la puesta de sol para no volver.

 

No, papá. No vamos a permitir que entre el viejo para quedarse. Aún te queda mucho camino que cabalgar, mucho obstáculo que saltar, mucho trofeo que conquistar. Y mucho cariño que recibir. En eso estamos.  

 

When he rides up on his horse
And you feel that cold bitter wind
Look out your window and smile
Don't let the old man in



jueves, 2 de enero de 2025

27 razonables razones contra el aborto

 


En esta sociedad tan avanzada, progresista y liberal que nos ha tocado vivir, quien gana la batalla del lenguaje gana la guerra de las ideas. La verdad, la realidad y el sentido común molestan. Solo las palabras importan. Son más fáciles de moldear.

El lenguaje del progreso y la libertad nos dice, nos jura y perjura, que el aborto es una interrupción voluntaria, que es feminista, que es un derecho, que es salud, que es constitucional, que es libre, que es solución, que es progresista, moderno y solidario, que es un logro social, que es inocuo, que es racional, científico y civilizado, que defiende a la mujer, que es un bien en sí mismo y hasta económicamente rentable. Y que los pro-vida son, sin excepción, machistas, retrógrados, fascistas, fundamentalistas, manipuladores y peligrosos.

Pues nada, juguemos con las palabras, pero sustentadas en hechos, en verdades y en el sentido común. Toca argumentar. Y razonar. Y reflexionar. Que es, precisamente, lo que no permiten hacer a las mujeres y adolescentes que tienen intención de acabar con la vida que llevan dentro. A ver si se van a arrepentir y lo que se acaba es el argumento. Y el negocio.

 

1. No es interrupción.

Interrumpir es detener la continuidad de una acción, lo que implica que luego se reanuda. En el aborto, obviamente, no hay reanudación posible. Podríamos hablar de frenar, liquidar, finiquitar, sacrificar, extirpar, truncar, tronchar, erradicar, triturar… pero de interrumpir, ni por asomo. «Tan hipócrita es llamar al aborto interrupción del embarazo, como llamar a la horca interrupción de la respiración». Lo dijo Julián Marías.

 

2. No es voluntaria.

Un 75% de las mujeres que abortan no lo hacen por decisión libre, sino acosadas por grandes dificultades frente a las que no ven otra salida. Sólo es libre quien tiene alternativas para optar. Y muchas mujeres se ven obligadas por presiones insoportables de sus parejas, de sus familias y de su trabajo. Si no se dan opciones, si no se facilitan alternativas, la decisión no es voluntaria, es obligatoria.

 

3. No es feminista.

Las activistas del feminismo extremo afirman que «en el fondo del debate sobre el aborto late el miedo milenario a que las mujeres controlen sus cuerpos y su sexualidad sin permiso de los hombres». Ésta es una de las falacias más tópicas y recurrentes. Para Conrado Giménez, presidente de Fundación Madrina, «El problema es el acoso que sufre la mujer por el hecho de ser madre, el mobbing maternal, en tres entornos: personal-familiar, social y laboral. El 68% de las mujeres que atendemos sufren violencia de género». Además, 9 de cada 10 embarazadas sufren acoso en el trabajo y el 25% son despedidas.

 

4. No es un derecho.

Toda mujer tiene derecho a recibir una educación sexual adecuada, información sobre las alternativas, asistencia psicológica y sanitaria, incluso a recibir ayuda económica. Pero ninguna tiene derecho a matar una vida. Aunque viva dentro de su cuerpo. Es esa vida la que tiene derecho a ser protegida.

 

5. No es socialista.

Más bien lo contrario, es absolutamente capitalista. Las clínicas abortistas son un negocio millonario amparado por el Estado y los Gobiernos Autonómicos. En muchos casos su único fin es el lucro, que por 3.200 € son capaces de abortar a un no nacido sano de 26 semanas. Como dice el doctor Jesús Poveda «El camino hacia un abortorio es más conocido y más facilitado que el camino hacia los ginecólogos que defienden y respetan la vida». Por algo será.

 

6. No es salud.

Ni sexual ni reproductiva, ni física ni psicológica, ni operatoria ni postoperatoria. Los centros de aborto no informan a la mujer sobre los detalles de este tipo de intervención, las consecuencias físicas y psicológicas que tiene. Secuelas y efectos que van desde su muerte, perforaciones uterinas, pérdidas y prematuridad del siguiente hijo, alteraciones del deseo sexual, esterilidad y graves alteraciones psiquiátricas. El síndrome pos-aborto es una traumática y dolorosa realidad que siempre se ha tratado de ocultar.

 

7. No es constitucional.

«La vida del nasciturus, en cuanto éste encarna un valor fundamental —la vida humana— garantizada en el artículo 15 de la Constitución, constituye un bien jurídico cuya protección encuentra en dicho precepto fundamento constitucional» (sentencia 53/1985 del Tribunal Constitucional). Aunque el actual Tribunal Constitucional (de mayoría progresista) avale hoy el aborto, el valor fundamental sigue estando ahí.

 

8. No es política social.

El objetivo de las políticas sociales es amparar y proteger a los más desvaforecidos, con especial dedicación a los eslabones más débiles de la sociedad, esto es, los pobres, los inmigrantes, los desempleados, los minusválidos, los niños… y digo yo que también las mujeres embarazadas sin recursos y los niños no nacidos. Pero no. Los programas sociales del Estado destinados a mujeres embarazadas sin recursos que quieran tener a su hijo son directamente CERO.

 

9. No es solidaria.

Si tomamos la solidadridad como sinónimo de apoyo, respaldo, ayuda o defensa, el aborto en sí mismo es justo lo contrario. Porque ni apoya a la mujer embarazada, ni respalda su situación, ni la ayuda a superarla ni, desde luego, defiende la vida que lleva dentro. Frente a los valores de entrega, caridad y amor a la vida de otro que promueven las organizaciones Provida, los partidarios del aborto transmiten conceptos puramente egoístas: mi cuerpo, mi derecho, mi bienestar, mi comodidad, mi vida… yo, mi, me, conmigo.

 

10. No es talante.

La nueva ley del aborto enfrenta a la sociedad. Premeditadamente además. Ha nacido con la intencionalidad clara de separar aún más la supuesta línea entre izquierda y derecha, entre presuntos progresistas y presuntos machistas.


11. No es un logro de la sociedad.

Todos los expertos coinciden: el aborto es un fracaso de la sociedad. «Falta una auténtica red social para evitar que una mujer, ante un embarazo no deseado, recurra al aborto», denuncia Esperanza Puente, portavoz de RedMadre. Existe una reveladora carencia de recursos e interés, por parte del Estado, tanto en el ámbito asistencial como en el ámbito de la formación y la información. Algo que, según Jesús Poveda, evitaría 3 de cada 4 abortos. Eso sí que sería un logro de la sociedad.

 

12. No defiende a la mujer.

«La mujer no demanda el aborto, sino que se le ayude a seguir adelante con el embarazo». Lo dice Conrado Giménez, y él lo sabe bien: en sus más de 20 años Fundación Madrina ha atendido a cientos de miles de mujeres. Defender a la mujer es informar de las opciones y ofrecer los apoyos necesarios para que puedan, si quieren, tener a su hijo y atenderlo. Y eso no lo hacen ni las asociaciones proabortistas ni, desde luego, el Estado.

 

13. No es progresista.

No dejar nacer a un ser humano es matar todo su futuro. No dejar nacer cientos de miles de seres humanos es matar el futuro de una sociedad. Y, de paso, envejecer considerablemente la población. ¿Es eso progreso? ¿Ésta es la evolución que queremos? El siguiente avance, en nombre de ese progreso, será quitarse de en medio a los improductivos ancianos. Y después a los enfermos, terminales o no. ¿Cuál será el próximo paso?

 

14. No es moderno.

Ganarse los votos de los jóvenes anulando cualquier regla moral es una irresponsabilidad. Pero si además incitamos a las adolescentes a realizar un acto de gran trascendencia disfrazado de bagatela, sin contar con ayuda ni información ni formación, ni siquiera el consejo de sus padres, eso no es ser moderno, no es ser guay, es ser miserable. La nueva ley convertirá el aborto en un medio de planificación familiar, en un método anticonceptivo que no va a hacer más felices a las adolescentes; sólo las hará más inconscientes y, a la larga, más desgraciadas.

 

15. No es inocuo.

Un aborto no es una irrelevante operación de apendicitis o de amígdalas. Es la muerte y extracción de un ser vivo singular, independiente de la madre que lo cobija. Y es, en muchos casos, una experiencia traumática que puede provocar, además de las físicas, secuelas psicológicas severas cuando la mujer (o la adolescente) que ha abortado es consciente de que lo que le han extirpado es a su propio hijo. Los testimonios de mujeres arrepentidas son desgarradores.

 

16. No es libertad.

Hoy, abolida la esclavitud, nadie es dueño de nadie; nadie es propiedad de nadie. Ni siquiera un hijo. La madre no concibe a su hijo como una propiedad suya; es más, tiene la obligación moral (y natural) de protegerlo hasta que se pueda valer por sí mismo, dentro y fuera de su cuerpo. Hasta que ese hijo pueda también ejercer su propia libertad.

 

17. No es “europeo”.

Continuamente se nos planta en la cara el ejemplo de países europeos “legislativamente más avanzados”. Lo que nos ocultan es que esos países están reduciendo notablemente el número de abortos precisamente porque ahora están legislando a favor de la prevención, la información y la asistencia. Países como EE.UU. o Alemania, que han fomentado políticas de apoyo a la mujer embarazada, o como Bélgica y Holanda, que tienen el porcentaje de abortos más bajo del continente pese a sus leyes más permisivas.

 

18. No es ciencia.

Frente a las simplezas demagógicas que argumentan los abortistas, la Declaración de Madrid fue una de las iniciativas más importantes y tajantes de los últimos años en la lucha por la vida. Más de 2.000 profesores de universidad, Académicos, médicos e intelectuales se unieron para declarar que «existe sobrada evidencia científica de que la vida empieza en el momento de la fecundación»; «el cigoto es la primera realidad corporal del ser humano (…) y su ADN es resultado de la adición de los genes paternos y maternos en una combinación nueva y singular».

 

19. No es racional.

Para la Comisión de expertos de la ministra Aído, precursora de la ley en el gobierno de Zapatero, el feto no es viable a antes de la semana 22, y por tanto no es ser humano y por tanto es eliminable sin problemas. Pero a partir de ese tan preciso momento, por arte de magia, el feto ya sí es viable y por tanto se convierte en ser humano y por tanto ya no es eliminable. En teoría, claro, porque los centros abortistas reclaman un par de semanas más de feto no viable y por tanto eliminable y por tanto contabilizable. Todo muy racional y científico.

 

20. No es una mejora.

En contra de la opinión de médicos, psicólogos, organizaciones especializadas, fundaciones y demás expertos, para feministas y progresistas el gran logro de la ley de plazos será «despojar de trabas» y hacer «menos traumático el aborto», que además era una demanda social que millones de mujeres estaban pidiendo a gritos. Pero lo que supone realmente la Ley de Plazos es que el aborto podrá ejercerse al antojo de cualquier mujer y adolescente (sin consulta paterna) que lo solicite. En los países donde se ha establecido esta ley el resultado es unánime: más banalización, más embarazos, más abortos, más indefensión, más adolescentes y más veces. Y eso, sencillamente, no es una mejora.

 

21. No es un bien.

Nadie aborta por gusto o por placer. Los pro-abortistas saben que el aborto no es algo deseable en sí mismo, aunque se cuiden mucho de divulgar tan poco feminista idea. Destruir una vida nunca puede ser un bien. Engendrarla sí, por principio. Decía el personaje de Clint Eastwood en Sin Perdón, William Munny: «Es despreciable matar a un hombre, porque le quitas todo lo que fue y todo lo que pudo ser». Imagina todo el futuro que le quitas a un bebé.

 

22. No respeta los derechos humanos.

Lo dice la Declaración Universal de los Derechos Humanos: «Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos» (Art. 1). «Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona» (Art. 3).

El simple hecho de condenar a muerte a un feto sólo por presentar malformaciones, sin ninguna otra consideración, es una violación en toda regla de estos artículos. Y es reconocer sin ambages que una persona con síndrome de Down, por ejemplo, no tiene la misma dignidad intrínseca ni los mismos derechos que una persona “sana”, tanto como para no permitir ni que nazca.

 

23. No es económicamente rentable.

El aborto es indudablemente un negocio no ya rentable, sino millonario. Pero sólo para los centros abortistas, claro. Para el resto de la sociedad es una gigantesca pérdida económica. Conrado Giménez ha evaluado en el 5% del PIB la pérdida de riqueza que supone el aborto en nuestro país en concepto de «pobreza y desierto demográfico» y por «la marginación y falta de conciliación que sufre la mujer madre en el mundo del trabajo» (un 25% de las mujeres embarazadas son despedidas).

Y por cierto, ¿cuánto nos cuesta cada adopción realizada en países extranjeros?

 

24. No es solución.

La única solución es que el aborto sea la última solución posible. El aborto es casi siempre un problema profundo. Para la madre, para su entorno familiar y laboral, para la sociedad…

La única solución es evitarlo en lo posible. Pero ¿cómo? Tal vez encontremos la clave en lo que afirma el doctor Poveda: «El éxito de salvar una vida pasa porque la madre vaya al ginecólogo y vea la ecografía de su hijo; y luego, que desde las asociaciones provida seamos capaces de solucionar esas cuestiones que llevan a la mujer a recurrir al aborto».

 

25. Los provida no son de derechas.

La bipolaridad izquierda-derecha asociada a defensa-rechazo del aborto es absolutamente infundada. Hay miles de votantes del PSOE que consideran esta nueva ley una locura sangrienta e innecesaria. «No hay en nuestros días una afirmación más reaccionaria que la del derecho de una persona sobre la vida del hijo no nacido. Es el derecho de propiedad más absoluto concebible, más allá del derecho del amo sobre el esclavo. Y es una vergüenza para la izquierda que levante la bandera de ese pretendido derecho». Lo dicen los Socialistas Cristianos.

Igualmente hay muchos políticos y votantes de la derecha que, ante el drama del aborto, simplemente no saben, no contestan. O incluso lo apoyan.

 

26. No son la Iglesia Católica.

Es también muy recurrente y maniqueo asociar a la Iglesia Católica con los ataques al proabortismo (más que con la defensa de la vida). Pero no cuela. Iglesias de TODAS las confesiones se oponen al aborto. Pero además existen muchos ateos y agnósticos que defienden la vida humana como principio.

Por otro lado, la mayoría de las Organizaciones y Fundaciones Provida son aconfesionales, y su única religión es la defensa de la vida del no-nacido y el apoyo sin condiciones a la mujer, cualesquiera que sean sus creencias y sus circunstancias.

 

28. No son fundamentalistas.

Ni la Iglesia ni los movimientos provida pretenden que se encierre en la cárcel a la mujer que aborta; es más, son los únicos que se ponen siempre del lado de la mujer, al contrario que organizaciones pretendidamente feministas, que lo único que persiguen es que la mujer aborte, sí o sí, independientemente de sus circunstancias. Los provida rechazan el aborto, pero no a la mujer que aborta, de modo muy especial si se ve obligada a realizarlo por no contar con ningún otro tipo de ayuda ni alternativa. Por eso centran todo su esfuerzo en reducir el número de abortos indeseados, que son la inmensa mayoría. Y lo hacen con respeto, entrega, generosidad y gran sacrificio personal.

 

Conclusión

Probablemente no podamos hacer ni deshacer la nueva Ley del Aborto, que saldrá tal y como quiere el Gobierno socialista, amparado por los votos progresistas del Tribunal Constitucional, o sea, tal y como aconsejan sus expertos y tal y como desean los centros abortistas. Pero las consejerías de salud de cada Comunidad Autónoma sí pueden reglamentar la aplicación de esa Ley; es decir, pueden poner condiciones legales al nuevo "derecho", como favorecer la vida, reconocer la objeción de conciencia, desarrollar una normativa estricta, controlar los centros abortistas y castigarlos con sanciones ejemplares en caso de incumplimiento; pueden implantar políticas de prevención y de información, planes de apoyo a la maternidad, periodo de reflexión, mesas de conciliación, pedagogía pública contra el aborto, políticas de adopción

 

¿Y qué podemos hacer los ciudadanos de a pie? Pues tener las ideas claras, para empezar. Y apoyar cualquier iniciativa que respete la vida, con nuestras simpatías, con nuestra presencia, con nuestra involucración, con nuestra difusión… y con ayudas económicas que el gobierno no va a proporcionar. También es nuestra responsabilidad moral, y debe ser nuestra batalla. Ortega y Gasset decía que «el mayor crimen está ahora, no en los que matan, sino en los que no matan pero dejan matar». Ignoro si los y las activistas defensores del aborto conocen esta sentencia; tampoco sé si la entenderían. Nosotros sí. Apliquémonosla.


Termino con una cita del poeta y filósofo bengalí Rabindranath Tagore, Nobel de literatura en 1913, que no era precisamente católico ni de derechas ni machista confeso ni sospechoso de fundamentalismo ninguno:

«La vida nos la dan y la merecemos dándola».


© Pepe Álvarez de las Asturias – 2023

miércoles, 1 de enero de 2025

Jose Nortes: amar la música sobre todas las cosas

 


Imagina que subes a un mismo escenario a músicos del calibre de Miguel Ríos, Coque Malla, Ariel Rot, Antonio Vega (DEP), Quique González, Sergio Makaroff, Morgan, Ricardo Ruipérez o la mismísima Sharon Corr, acompañados por unos teloneros de lujo como Txetxu Altube, Anaheim, Iñigo Coppel, Carlos Vudú, Marta Andrés… ¿Sabes qué tendrían todos en común (además de un talento extraordinario y una calidad musical de primer orden)? A un tipo llamado Jose Nortes.

Un tipo que sabe de música como pocos en nuestro país; que siente, vive, mama, respira, transpira música por cada poro… en cada latido. Un tipo que, sencillamente, ES música. Y lo es desde siempre y en todo cuanto hace. Guitarrista vocacional y de altísimo nivel desde su adolescencia –una pasión que nunca ha abandonado- y desde hace más de una década uno de los productores de mayor prestigio en nuestro panorama musical.

Un tipo modesto y amable, que entiende la producción como un intenso viaje entre compañeros/amigos/colegas, esto es, lleno de complicidad, de buenos ratos y de buen rollo. Un tipo respetado, querido y requerido por músicos de todo pelo -consagrados, legendarios, reinventados, emergentes- que buscan en Nortes, pues eso, su norte. Su guía. Su faro. Su mejor versión. Y, sin excepción, la encuentran. 

Todo esto, y muchos factores más, hacen de Jose Nortes un productor musical con mayúsculas.

 

 

Bienvenido a Black Betty… Estás en tu casa

Ese buen rollo es lo que se palpa nada más entrar en el estudio que Jose Nortes ha estrenado hace un par de años en Madrid, muy cerquita de Las Ventas (escenario de tantísimos conciertos memorables). El ambiente acogedor y cálido de Black Betty Studios (homenaje de Nortes al clásico de Leadbelly reinventado por Ram Jam en 1977) te envuelve al instante y te hace sentir como en casa (que es de lo que se trata). El espacio abierto y holgado, el imponente piano Steinway, las guitarras ordenadas y ansiosas por sonar (GibsonDuesembergRickenbacker, la acústica de doce cuerdas de Álvaro Urquijo, que ese día andaba por ahí), las paredes de madera y el techo sin final aparente, un equipo de sonido espectacular… y una sala de máquinas impecable a los mandos del maestro. Un sitio pensado para crear.

 


Un viaje siempre en buena compañía

Todo lo que haga falta para «ayudar al artista a sacar lo mejor que tiene dentro, que todo ese caos que tiene en la cabeza se plasme en una canción, en un disco». Esta es la misión del productor para Nortes, un papel anónimo en el backstage que es reflejo de su amor por la música y al mismo tiempo su forma de expresarse (eso sí, sin que se note; «si se oye mucho al productor no estás haciendo bien tu trabajo»). No hay regla de oro: cada artista, cada disco, cada tema es un mundo; y cada proceso también, desde empezar el tema de cero a cambiarlo por completo, y todo lo que hay entre medias.

En este viaje lo importante es que el artista tenga plena confianza en el productor, y se deje guiar, buscar nuevos caminos, probar enfoques diferentes, dar las vueltas que haga falta hasta llegar al final feliz. Para ello Nortes cuenta también con una gran familia de músicos habituales, su guardia de corps, que desprenden talento, complicidad y profesionalidad por todos los poros. Y, si el sonido lo requiere, el productor ficha a quien crea conveniente, sin mayor problema: por ejemplo, la sección rítmica de Fito para un disco de Ariel Rot, o el sonido irlandés de Street Wings para lo último de Txetxu Altube (rendido fan de Bap Kennedy).

 

En el principio fue Led Zeppelin

Pero vayamos al principio. ¿De dónde nace la vocación musical de Jose Nortes? Desde muy pequeño se enamoró de la guitarra (una amante, por cierto, a la que siempre ha sido fiel), con la inestimable ayuda de Led Zeppelin. Formó las típicas bandas de versiones durante su adolescencia, y a los 16 años se vio en la encrucijada (nunca mejor dicho) entre estudiar Caminos o dedicarse a otra cosa (¿la música?). Probó Caminos. Un año bastó para darse cuenta del error y, de paso, descubrir una carrera con el sugerente nombre de Audio Engineering. Fue en el Berklee College of Music de Boston, la universidad privada de música más grande del mundo. “Aquello era como Fama, tal cual”, recuerda. Cuatro años después, regresaba a España con el título, una mochila rebosante de música nueva y la clara convicción de dedicarse profesionalmente a este mundo.

 

De The Bolivians a Miguel Ríos 

Formó varias bandas y llegó a hacer cierto ruido a finales de los 90 con The Bolivians (junto a Carlos Raya, más tarde guitarrista de MClan); hasta sacaron un par de discos. Pero justo cuando empezaban a ir hacia arriba… se peleron unos y otros por no se sabe qué tontería y se fue todo al traste. En un día. Después de cinco años de plena dedicación. Nortes quedó tan decepcionado que se dijo: «Se acabaron las bandas. Ahora voy a producir» (ya que tenía el título…). Sin abandonar nunca la guitarra, por supuesto. De hecho, empezó a tocar para Antonio Vega (cogió el relevo de Raya cuando éste fue reclamado por Carlos Tarque) mientras producía a Quique González (Pájaros Mojados, 2002). Luego llegó Miguel Ríos, el gran Miguel Ríos, y lo fichó para su banda, de la que Nortes es pilar fundamental. Y hasta hoy. Casi quince años. Lo último, esa gigantesca gira (Symphonic Ríos), acompañado por orquesta sinfónica y los Black Betty Boys, liderados por Nortes.

 


Dúos, tríos y otras conexiones

Como dijo en una ocasión su admirado Jimmy Page, «Amo tocar. Si pudiera hacer sólo esto, sería una utopía». Así lo siente (y el público también) cada vez que se sube a un escenario y se marca uno de sus brutales solos. Hay mucho Gilmour en esos dedos (otro de sus héroes; y también de Jimmy Page, por cierto). Utopía o no, afortunadamente para nosotros Jose Nortes no sólo toca la guitarra.

Su prestigio como productor brilla más con cada disco. Que se lo digan a Coque Malla, a Ricardo Ruipérez o a Sharon Corr (su nuevo disco en solitario), por mencionar algunos trabajos recientes. O a Ariel Rot, por mencionar uno de sus primeros. «Ariel confió ciegamente en mí desde el primer momento. Le estaré agradecido toda mi vida». Aquel álbum, Dúos, Tríos y Otras Perversiones (2007), fue un punto de inflexión fundamental en su vida profesional. Por la calidad extraordinaria del disco, por el reto que supuso y por el talento que allí se concentró (AmaralFitoMClanCoque Malla. BunburyCalamaroMiguel RíosPerezaQuique González…).

Talento que se atrae y se conecta, creando nuevos vínculos una y otra vez. El primer disco de Quique le conectó con Ariel y Makaroff, por ejemplo. El de Ariel con Coque Malla, mientras Carlos Raya le llevó a Antonio Vega y su amigo Paco Eldelahar le presentó a Nina, que hacía coros en la banda de Paco, Anaheim, con solo 17 añitos. De ese encuentro mágico nació luego Morgan, nada menos; sin duda uno de los mayores bombazos del rock (y el blues, el góspel, el soul, el jazz, el country…) español en los últimos años. Precisamente, el estudio de Nortes, Black Betty, se estrenó con el primer álbum de Nina, «Ove», Ekain, Paco y «Chuches». El nombre del disco, North, es un sincero “gracias” a su productor.

 

El estudio, por cierto, comparte espacio, ilusión y colaboraciones con un proyecto de creación literaria de nombre La Plaza de Poe, liderado por la escritora Eva Losada Casanova, pareja de Nortes. Todo queda en casa.

 


 

Cuando el rock era como un puñetazo

Todo esto, y mucho más, es Jose Nortes. Un tipo que nació a la música de la mano de Led Zeppelin, los Beatles y Zappa, enganchado a la guitarra por la gracia de David Gilmour. Amante del funk, del folk irlandés (al que llegó a través de Mark Knopfler), del rock californiano, del soul, del blues, del swing o del pop español de los 80 («había frescura, descaro, imaginación, diversión; quizá menos talento musical, pero más creatividad»).

Un tipo que produce con mimo, sabiduría, lealtad y, lo más importante, con plena independencia de las modas o la industria (de hecho, en cierta ocasión le ofrecieron producir a un futuro talento, de nombre Melendi, que Nortes rechazó) y que, por salud, prefiere no hablar de la “música” nacida en ciertos programas televisión. Un tipo que añora los tiempos del rock con mensaje, «cuando el rock era otra cosa, era irreverente, era un puñetazo, gente con ganas de dar por saco (chicos malos como Burning, Makaroff, Gabinete, Ilegales o los Sex Pistols), ahora el rock se ha domesticado».

Un tipo que sigue manteniendo una visión romántica de la música, de la vida –que vienen a ser lo mismo-; de aquellos tiempos pre-spotify en los que la música era misterio, búsqueda, descubrimiento, y se disfrutaba a fuego lento, sin prisas, sin ansia…

 

Un tipo, en fin, que ama la Música sobre todas las cosas. Con pasión. Con vocación. Con compromiso. Y con una lealtad a sus principios –éticos y musicales- a prueba de egos, ambiciones y otras tentaciones.